Mi padre se llamaba Juan, mi hijo se llama Juan. Por eso el día de San Juan (no la noche, porque esas hogueras no forman parte de mi tradición) es el día de mi vida. San Miguel es otra cosa: es "mi día". San Juan no es mío: yo soy suyo. Es el día más grande del año, y me gusta sentirme pequeño dentro de él. Nada hay mejor que sentirse eslabón. Vivan estas cadenas.
Miguel Pasquau
Cuaderno de notas
San Juan entre dos Juanes.
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Eso mismo, que vivan las cadenas que nos atan a la vida 🙂
Saludos
Y nada hay mejor que dar a un hijo un nombre distinto al propio, es como decirle: tú eres tú y yo soy yo.
Besos.