“Me or him”

 

[Oír mientras se lee]

 

Mediodía de domingo de julio. He dejado a una de mis hijas con su amiga Ana. Vuelvo a casa, porque quedan todavía muchos exámenes por corregir, y mientras no los termine las tardes no serán tan anchas. Enciendo el nuevo equipo de música del coche y conecto el pendrive donde he copiado algunas buenas canciones, para estrenarlo. Recorro las calles vacías que salen del Parque Tecnológico de la Salud, el ensanche urbano que rodea el estadio de Los Cármenes, subo hacia el Centro Comercial "El Serrallo" con luz cegadora y sombras que parecen dibujadas con exceso de tinta negra. Un coche cualquiera, unas calles cualesquiera, una ciudad cualquiera, una mañana de domingo de julio.
Arranca  "Me or him", de Rogers Waters. Una percusión tenue y constante de fondo que marca el ritmo, la voz de Waters doblada por otras voces femeninas que en algún momento se convierten en un coro, los golpes de guitarra que parecen brotar de la percusión y se enredan con ella. Un ensamblaje instrumental contenido, como a punto de explosionar. Óiganla, es posible que no la conozcan o no la recuerden. "Me or him" en un coche negro, en Granada, un domingo de julio por la mañana.
Un día Rogers Waters, ya sin Pink Floyd, acabó de componer la pieza, perfiló los arreglos, terminó de grabarla y la canción se lanzó al mundo dentro de un LP que se llamaba "Radio Kaos". Llegó a mí, por recomendación de mi hermano, un perseguidor de buena música. El disco me acompañó en mis años de soltero en el apartamento del Albaicín, también en los primeros años de casado en la Carrera del Darro, hasta que quedó abandonado y encerrado en un formato de vinilo que requiere, para ser oído, rescatar aparatos antiguos que quizás ya no funcionen. Hace poco me llegó de nuevo, en formato digital, y guardé esta y otras canciones en una carpeta de música seleccionada, de la que he copiado algunos archivos para estrenar el nuevo equipo del coche. Qué largo camino ha debido recorrer cada canción hasta llegar al momento exacto en que la escuchamos.
¿Puede hacerse en la vida algo más útil que una buena canción que atraviese continentes y décadas y llegue a producir un momento de felicidad honda como el de esta mañana? Puede que lo que Waters persiguiese no fuera hacerme feliz un momento, sino su gloria, o el dinero. También sé que para llegar a mi coche esta mañana fueron precisos muchos contratos, una productora, canales de distribución, publicistas, operaciones comerciales con cláusulas estudiadas por abogados, cálculos financieros efectuados por economistas, todo ese entramado empresarial y comercial que crea modas y hábitos de consumo de los que tantas veces descreemos. Pero ahora se trata de música, y es magnífico que uno pueda espigar entre tantas cosas que inventan y venden, y encontrar una perla duradera que brotó de otros momentos en los que alguien iba trazando la línea de una canción casi perfecta, ganándole la partida al silencio. Las cosas nos alcanzan a nosotros, sí; pero también hay que empeñarse en perseguirlas.

3 Respuestas

  1. Anónimo

    Yo soy un perseguidor nato de Don Antonio Mairena. Naturalmente, también soy feliz con Rafael Alberti, con Sabina, con el contrato social de Jean Jacques Rousseau y con la denominación de origen del jamón de bellota. Pero sin Don Antonio yo no soy nada, nada, francamente, y así se lo digo a mi gente.

    Y oigo cantar a Don Antonio unas letrillas elementales, casi ripios, sobre la vida y el amor, y veo cómo se tira, cómo engrandece la copla, cómo deja su corazón y su voz en cada estrofa y cómo lo busca la guitarra para acompañarlo a la gloria, y soy , ya digo, plenamente feliz, pues añado a mis circunstancias personales – naturalmente esforzadas y en gran porcentaje prosaicas como para todo ciudadano – el regalo de un artista colosal.

    Pero, curiosamente, a Don Antonio no puedo escucharlo a las diez de la mañana ni a las seis de la tarde. Lo suyo es a medio dia, con una copita de vino, o de madrugada, cuando una mujer cabal y educada que está por tí te dice “venacá pa cá, poeta, que te voy a esplicar yo er prinsipio de Arquímedes”

    En realidad, lo que quiero decir es que en Andalucía tenemos regalos inefables, que no se pueden explicar con palabras, como un cante flamenco, una gran faena a un toro bravo, la cogitación que te produce la Mezquita de Córdoba o un poema de Lorca o andar por el barrio de Triana a cuarenta grados. Pura gloria y felicidad que, desafortunadamente, no valoramos como es debido

  2. Extraordinario.

  3. Esos veranos, los añoro y los que espero… Pero algun dia regresaras en verano

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