Cercanía y sus formas

Calidez Acrílico Lienzo Paisaje
Acrílico de Yolanda Yolanda. Obtenido de www.artelista.com

Hay un reflejo heredado, aprendido y revalidado con la costumbre, de acercarse a personas que sabemos que forman parte de nuestra vida, en círculos más o menos próximos, en los días previos a la navidad. Aunque sea liviana, pueda parecer (o ser) rutinaria, o llegue en ocasiones a producir pesadumbre al destinatario que no esté personalmente ajustado al momento, está bien esa tupida red de comunicaciones en la que destacan las palabras "deseo" y "feliz".

Me he preguntado qué querría decir yo este año, es decir, después de este año, en ese tráfico de mensajes navideños.

La palabra que me viene a la cabeza es "cercanía". Cercanía en el año de las distancias. La cercanía puede consistir en un echarse cerradamente de menos. En lamentar en voz alta la lejanía y no instalarse en ella. En resistirse a manotazos a lo que separa o incomunica. En descreer de un modo de vida que expulsa a unos, arrincona a otros y levanta muros que, más que cobijar, excluyen. En empeñarse en una conversación difícil, a fondo, que se ha ido dejando para más y más tarde, y que también abrirá compuertas. En hacerse planeta para reflejar brillos ajenos, en vez de ese empeño en ser astro. En un guiño, en el buen ánimo contagioso, en callarse mientras otro está queriendo decir algo y no fingir atención, sino prestarla. En abrir el paquete de un regalo pensando en que, mientras se envolvía en el mostrador de la tienda, alguien estaba pensando en ti. En mirar las luces de las casas de los belenes y sentir el calor del hogar de la máxima cercanía, que fue el de la infancia. En compartir con quien sí está la añoranza de quien este año no está. En acordarse juntos de los muertos. A veces, en atravesar largos desiertos por si al otro lado hay alguien. En darse cuenta, a cualquier hora del atardecer de la nochebuena, de cuánta gente te quiere. En querer sin dosis calculadas y sentirse parte de otros. O en mirarlos saboreando estar viéndolos.

En la navidad de las ausencias y las distancias, Júpiter y Saturno, en su conjunción, nos dan una lección: dos órbitas tan lejanas, dos puntos tocándose. Podría ser el símbolo de la navidad más difícil.

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