Cuarteles de invierno.

Cualquier día a mitad de enero.  Una mañana de domingo y lluvia que ya no tiene nada de año nuevo, porque el tiempo vuelve a medirse en semanas. Una tarde de invierno lejos de todo atisbo de primavera, con nubes bajas y frío de nieve asediando la ciudad apagada. Árboles que parecen esquemas enloquecidos, colores descoloridos, sin más brillo que el de la humedad del asfalto, y un sol roto allá lejos, sin dibujo, como si  hubiese quedado esparcido en una luz impotente, sin focos ni reflejos, sin presencia. Luego, de pronto, una noche de niebla y silencio, porque la ciudad duerme esperando el lunes.

Tiempo ordinario, en medio del invierno, sin fechas marcadas en rojo, lejos de todo lo que pone nombre a las semanas. Cuarteles de invierno ensimismados. Y suena Richard Hawley: "The sun refused to shine"

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