Luz oblícua

 A la vuelta, el primer despertar en casa te trae una muchedumbre de recuerdos del lugar donde has estado. Tu dormitorio te parece más pequeño, tu cuarto de baño demasiado limpio, echas de menos el camino pedregoso a la alberca, el lío de dormitorio de los niños y sus primos, la diáspora de piezas de los juguetes de los primos más pequeños haciéndote tropezar por el patio, la ventana abierta dando a la luna entre olivos por la noche, el grifo de agua no potable, la escapada matutina a la ciudad para traer churros, las tomas fallidas de la película que han protagonizado los niños, la cerveza enfriada en nevera de hielo, la pequeña pantalla de la televisión en la que viste las carreras olímpicas, los polos de limón y de naranja, el polvo en los zapatos, los pimientos y calabacines que apenas arrancaron, las excursiones en bicicleta, el aplastamiento de la siesta a la hora de las chicharras, el inoportuno pero infalible canto del gallo, el recorrido de llaves y luces en el patio antes de ir a dormir, las horas nocturnas culminando esa novela difícil. . Agosto comprimido en un suspiro de nostalgia, clausurado como un arcón donde se guarda lo que ha estado en uso todo este tiempo, al que volveremos a dirigir nuestra mirada allá por junio, cuando otra vez digamos que llega el verano.
Poco a poco se va volviendo, mientras la luz declina ya hacia el otoño.

5 Respuestas

  1. Resumir todo un mes y unas vacaciones de la manera y la claridad que lo haces tú es difícil, por eso me encanta leerte…para ver si aprendo algo.
    Buen regreso y un abrazo
    Germán

  2. Gracias Germán. Tú sí que sabes…

  3. Podrían ser mis agostos si añades el sonido de las tórtolas, que nostalgias tan exquisitas.

  4. Pero que curiosidad ¿que les ha pasado a los calabacines y pimientos?

  5. Deben ser los recortes, Claudia. La tierra se ha vuelto menos generosa: más riego y menos cosecha…

Deja tu comentario

Los comentarios dan vida al texto y lo pone en movimiento.