El amor romántico…

"¿Qué podría reprochársele al conde de París por su empeño en separar a Julieta de Romeo? ¿Han intentado alguna vez contemplar la tragedia desde los ojos del conde, o no saben salir de la fascinación por aquel estúpido suicidio? ¿Hay mayor acto de amor que estar dispuesto a ser tenido por villano por generaciones y generaciones? El conde pudo haberse resignado, pero gracias a que fue fiel a sí mismo logró inaugurar un nuevo tipo de amor, el amor romántico, aunque los protagonistas parecieran otros. Cierto que tuvieron que morir dos jóvenes, pero ¿qué importa eso, si murieron para siempre en un momento de éxtasis amoroso, justo antes de que comenzase el declive, la rutina y la infidelidad? ¿Qué sería de Romeo y Julieta si hubiesen logrado fugarse? ¿Unos meses de pasión? ¿Vale más eso que la gloria que aún conservan? Cuánto hemos de agradecer al Conde, el verdadero romántico, capaz de anteponer su amor a cualquier moralina. Si no es por él, los enamorados Romeo y Julieta, vulgarmente enamorados, como tantas parejas de enamorados, no habrían llegado a ser el nombre de una tragedia de Shakespeare".

(Alfonso Caldentey, de quien en un tiempo tendrán noticias).

1 Respuesta

  1. ¡ Ahhhh el amor ¡ El Universo se sostiene en tres pilares: el amor, la guerra y la tarjeta de crédito. Si no tienes una mujer ni candela en el banco, no eres nada, eres un semoviente, un número en las encuestas, un buzón de correos para los demagogos. Si tienes mujer y prestancia, te declararán la guerra los tontos, los listos, los embargados y los tertulianos. Una mujer y un hombre necesitan amor, es decir, naturaleza, poesía, arritmia cardíaca, talento sexual , pecados mortales. Si eres soltero, cásate contigo mismo, celébralo en Catalunya for relator y quiérete sin hacerte trampas. Si eres soltera, piénsalo mucho antes de casarte contigo, que luego vienen los gustos, las modas, el carácter, las discusiones por las tareas domésticas y los divorcios están carísimos con los jueces machirulos. El amor, como la fe, la felicidad, el equilibrio somático, la paz y el tipo de interés, son construcciones humanas no despreciables, hasta que el número de populistas o desvalidos o humillados o locos provoca una nueva guerra mundial. Ya lo decía el poeta Rafael Stradivarius: “ Si me quieres, quiéreme. / Si me odias, ódiame./ Pero no me teatralices / con el buatiné /.” De manera que ya lo sabeis, queridos preelectores: cuando finalmente os decaiga el amor y el deseo sexual, compraros una parcela rústica y sembrad productos ecológicos.

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