Inventaste mis recuerdos.

De Maave Roloro sólo puedo decir  que es amante de libros y lecturas, que no consume historias sino que se deja recorrer por ellas, que debe ser elegante por cómo aprecia la elegancia, debe ser sensible por cómo detecta la sensibilidad, debe escribir muy bien por cómo aprecia el gusto de las palabras. Para comprobarlo, cualquiera puede entrar en su página personal (https://www.facebook.com/Entre-rosas-y-libros-vive-una-princesa-1604715273146839/) y mirar. Encontrará reseñas delicadas y certeras de obras bien elegidas, de libros que a cualquiera nos parecerían imprescindibles en nuestra biblioteca.
La fortuna puso en sus manos mi novela "Cuando siempre era verano", y aquí copio, en interés propio, la reseña que me ha regalado:

 

Con la sensación de haber leído mi infancia, escrita en fino papel; cada imagen, cada olor, evocadores de un pasado olvidado. Así me he sentido, creyendo en el embrujo del destino y el azar, que ha puesto un libro en mis manos que siento escrito para mí.
Desde el primer momento, este libro evocaba la esencia de Machado, aunque mi infancia no sean recuerdos de un patio de Sevilla. Son los recuerdos del olor de los pinos en las noches de verano al lado del Duero, las tormentas de agosto, las vendimias en Mucientes o el deseo de las palomitas recién hechas de Simago. Todas estas sensaciones con las que me crié e impregnaron mi destino las he encontrado escritas para mí en este libro.
Ya sé que un libro es el invento de ingeniería precisa de su autor. Sin embargo, en él se intuyen guiños a su realidad que han hecho que el misterio que lo envuelve encienda mi deseo de leer sorbos del mismo.
Poco a poco, se entretejían las cotidianidades de una familia y se intuían amables esas dos Españas, que nunca acaban de fundirse en una sola, como generaciones que se amaban sin comprenderse.

Y otra vez me he visto reflejada en una familia que en nada tiene que ver con la mía, salvo en los sentimientos.
He sonreído con esta lectura, y he llorado con el alzeimer de Tía María Jacinta, como si de mi propia familia se tratase. Pero sobretodo, he disfrutado con las frases de Miguel ( permitidme la licencia con el autor, al que siento tan cercano), porque son frases para recrearse, para meditar; frases que hacen de su escritura un sello particular y diferenciador. Frases que te brotan en el alma y te recorren por dentro. Porque confieso que yo existo gracias a un 11 de agosto y por eso las lágrimas de San Lorenzo forman parte de mí y porque mis veranos de adolescencia tienen el nombre de Santander en la playas de la Magdalena.
También me he sentido una "marquesa" con la lectura de este verano, que siempre es, y que invita a una copa de vino y a un paseo por París buscando colores lejanos en este gris otoño.
Gracias, por haberme conducido estas noches a un paraíso olvidado y dejarme vestir de verde oliva. Gracias, Miguel, por regalarme tus palabras.

" Te lo inventas tan bien que casi me acuerdo", tal vez sea porque "inventaste mis recuerdos".
Maave Roloro (24 de octubre de 2015)

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