Deshechos

Los niños de pueblo de hace décadas teníamos cierta familiaridad con la basura. En Úbeda, en los años sesenta, cerca de nuestra casa había una gran era, en uno de cuyos costados se arrumbaban basuras sin bolsa, muebles viejos, papeles, botellas, escombros de obra, juguetes rotos, envases, latas. De vez en cuando escalábamos y recorríamos esa montaña de deshechos, con la expresa finalidad de encontrar algún tesoro, y no siempre fue en vano. No olía bien, pero era nuestra basura, la del barrio.
 
Ahora la basura se separa de la población, como mandan las normas de salubridad, y también las de la estética. Hay una enorme industria del deshecho y el reciclaje, completamente necesaria en una época de abundancias. Sus terminales recorren la ciudad por la noche en prodigiosos camiones que engullen, trituran y apelmazan las toneladas de deshechos que ha generado el día, y se la llevan no sé dónde a una especie de holocausto de materia inútil con campos de concentración y crematorios. Se paga un canon y se expulsa hacia lo invisible e inexistente todo lo que mancha, ocupa, huele y sobra. Nuestra relación con la basura queda en un canon, y en una rutina de sacar el cubo por las noches.  No sé dónde están los basureros de Granada, y me da miedo que algún día cobren vida, crezcan, se expandan y devuelvan a la ciudad todo lo que ésta ha expulsado.
 
Hay otros deshechos de los que también nos desentendemos. Hay objetos que algún día fueron regalo o novedad, y que yacen en desvanes y trasteros desde hace décadas, sin esperanza. Hay colecciones inacabadas. Hay animales abandonados. Hay compromisos olvidados, promesas incumplidas. Y hay alumnos difíciles que sólo se soportan, ancianos que dejan de dar la lata en una residencia, inmigrantes que sobran y tienen que volver a la miseria de origen, hay enfermos de más que molestan a los gerentes de los hospitales, pensionistas invitados a morir para dejar de incrementar el déficit, enfermos mentales que no encajan en nada que pueda parecerse a un hogar, delincuentes depositados por la sociedad en cárceles que hacen la función más de alcantarilla que de depuradora, y pobres, pobres anónimos que se han quedado fuera de la ciudad, en los arrabales donde deben estar los basureros: una necesidad del sistema, una variable de ajuste, una industria del deshecho necesaria para que las calles estén limpias, las sociedades progresen y las especies evolucionen, dejando en el camino a los individuos peor dotados.
 
¿Será verdad que cada noche los camiones de la basura se llevan también para el vertedero trizas de dignidad humana?
 
 
 
 
 

1 Respuesta

  1. Anónimo

    Estoy completamente segura de que sí, a diario se llevan empresas, trabajo, ilusiones, formas de vida que tardarán en regresar a lo que eran y lo que es peor, esperanza. Se llevan toneladas de esperanza.
    Begoña

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