El monstruo sigue devorando.

El Gobierno reduce la prestación por desempleo a partir del sexto mes. Suprime en julio la paga de diciembre, lo que supone una reducción de sueldo de un ¡14%! en estos seis meses. Sube el IVA un 3%. Baja un 15% la prestación por dependencia. Fortalece las diputaciones (no elegidas directamente por el pueblo) y suprime concejales (representantes directos). Acelera la jubilación a los 67.
¿Todos perdemos? No. Hoy están alegres los que tienen grandes fortunas, porque no se va a instaurar el impuesto sobre las grandes fortunas. Están alegres los que tienen empleados a su cargo, porque les van a pagar las cotizaciones. Están alegres los directivos de muchos bancos, porque van a lloverles millones de euros como una lotería con el aval del Estado y el sacrificio de tantos españoles. Están alegres los que saben y pueden constituir sociedades para ocultar su patrimonio y su renta y deducirse el IVA de su coche, su ordenador y su apartamento. Están alegres los que van a ver amnistiado su fraude fiscal. Están alegres los grandes inversores y accionistas, porque su fiscalidad no supe un céntimo.
Casi todos hemos comprendido que las circunstancias mandan, y que el gasto público tiene que reducirse durante al menos diez años. Pero hay algo que falla. Casi todos estaríamos dispuestos a contribuir en un escenario de justicia: sabiendo que no se escapan los más poderosos. La crisis fiscal se solucionaría más justamente con más impuestos capaces de penetrar de una vez en el mundo opaco de los negocios y las fortunas: entonces seguiría habiendo dinero para hospitales, colegios, policía, justicia, pensiones y paro. Como a eso parece que hemos renunciado, la redistribución del sacrificio se ciñe a la clase media y, sobre todo, a los más desfavorecidos. La culpa no es de Rajoy, es de un sistema de organización económica que ha sabido ponerse a cubierto de cualquier exigencia política.
En septiembre va a haber protestas. En octubre debe haber pactos entre partidos e instituciones. Nos gustaría estar seguros de que nuestros sacrificios forman parte de un gran pacto de Estado al servicio de la justicia social y contra el Monstruo.

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