El dibujo de María

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Quijada Producciones en Casa Luna, la nueva novela de Miguel Pasquau Liaño

[Copio la entrada de Facebook introducida por Quijada Producciones en la página de presentación de la novela]

Todo cuidado y hecho con cariño. Podían haber sido blancas pero en los libros de Miguel Pasquau Liaño, editados por Ediciones Miguel Sanchez las "guardas" que son las hojas de papel que coloca el encuadernador dobladas por la mitad para unir el libro y la tapa- tienen un significado y una historia muy especial. Así lo cuenta y escribe él mismo:

"Para la edición de Cuando siempre era verano (Ediciones Miguel Sánchez, 2015) pregunté a mi hija María si sería capaz de pintar una acuarela tal y como se describía en el texto de la novela (se trataba de una pintura de una niña de 7 años que cumpliría una función relevante en la trama y desenlace de la historia). Se puso manos a la obra, y vi sobre el papel exactamente el cuadro que había imaginado (diría que incluso algo mejor). Lo enseñé a los editores, y no dudaron ni un segundo en reproducirlo en las guardas del libro.

Como nos gustó la experiencia, quisimos repetir. Le conté a María cuál era el escenario de “Casa Luna” (que ella conoce bien) y le pedí que lo pintara. “Se trata de representar un paisaje ondulado de olivos y una casa como la que tú sabes”, le dije. “Añade algún pino carrasco, una alberca y un pequeño huerto”, le dije también. Otra vez manos a la obra se puso María. Al ver el resultado, ella pensó que parecía un paisaje deshabitado, y se le ocurrió situar un coche en la explanada, que indicaba presencia. Qué buena idea. Si este dibujo se superpone y mezcla con la ilustración que el gran Pepe Villena llevó a la portada, lo que resulta es, exactamente, mi “Casa Luna”. Allí están Marcos Fortuño y Amalia, allí se adivina a Luis Martínez Cendal, ahí está la puerta entreabierta invitando a pasar, y desde ahí arranca esa historia hacia atrás que Fortuño nos cuenta en aquel agosto de grillos, lechuzas, chicharras, insomnios, tomates con sabor a Amalia y reflejos de cristales rotos que conforman un espejismo. No podía faltar el dibujo de María en las guardas. Y mucho me temo que no sabría ya escribir una novela sin pensar en el dibujo de María Pasquau Lope".

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