Son “ellos”.

Quizás el gregarismo sea uno de los componentes atávicos de la naturaleza humana. Se manifiesta en actitudes que no provienen de la razón, sino más bien del instinto. Me lo he topado varias veces en mi vida. Me refiero a la tendencia a agruparse en un "nosotros" que se define con relación a un "ellos". El grupo que se refuerza, el nido calentito, el "alivio" de, después de tanta tribulación, dar por fin con la clave para cualquier alternativa: sin complejos, la que convenga al grupo. El matiz incomoda: es más útil la simplificación asumida de nosotros/ellos. Al menos, algunos se sienten en ese escenario como pez en el agua. "Me ha decepcionado", y pum, expulsado del paraíso. "Ese es un tibio", así que fuera, al otro lado de la raya. "Quiere estar bien con todos", así que condenado, porque aquí la lealtad es la regla.
 
La razón va por otro lado. Cuando pensamos, cuando hacemos el esfuerzo de pensar, vuelve la maldita complejidad: depende, sí pero no, ten en cuenta que, no había pensado en ello. Nada es simple, las verdades son como la loca de la casa, que va de una habitación a otra sin pararse en ninguna. Cada convicción es la premisa de una duda, y viceversa. La sospecha se erige en método de conocimiento: ¡qué difícil, entonces, cuando manda la razón, seguir ninguna bandera!
 
Lo peor es que siempre creemos que los gregarios son "ellos".

Deja tu comentario

Los comentarios dan vida al texto y lo pone en movimiento.