Somos los mejores.

En el fútbol está permitido ser sectario, y se puede decir sin rubor: "somos los mejores". Yo, por ejemplo, creo que el mejor equipo de fútbol del mundo es el Deportivo de La Coruña. Se trata de una verdad que, como su contraria, no necesita demostración, porque expresa más un deseo que una constatación. Y, sobre todo, porque da igual.
También creo que la selección española es la mejor. Pero anoche perdió. Vaya que si perdió. Casi como el Barcelona contra el Bayern. No pasa nada: España es la mejor en una media ponderada, pero eso no significa que sea la mejor en cada minuto de cada partido, ni en cada partido de cada campeonato. Un día dejará de tener la mejor media. Caeremos en octavos, o en la fase de clasificación, contra selecciones mediocres. Pasarán lustros sin títulos, sin ni siquiera finales. Lo normal. Entonces no nos silbarán en Maracaná, no seremos temidos. Y quedará el recuerdo de unos años en los que presenciamos muchos cuartos de hora de fútbol maravilloso, y en los que, además, tuvimos la suerte de celebrar tres noches mágicas: Eurocopa, Mundial y Eurocopa. Como es fútbol, podremos seguir diciendo un tiempo que "somos" los mejores, porque nos dé la gana.

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