Seguridad

La "seguridad ciudadana" no es una expresión unívoca. Significa cosas bien diferentes según los riesgos de cada cual. El propietario teme a los ladrones, el militar teme a los traidores, el gobernante, a los disidentes más lúcidos capaces de promover una protesta eficaz y contundente. El taxista teme a los cortes de tráfico, y el banquero a las retiradas de dinero por pánico o a la sensibilización pública del drama de un desahucio derivado del cobro de un crédito impagado. A muchos de nosotros la seguridad nos la da el estatus, el sueldo, la propiedad, las alarmas, los seguros y que la calle no se convierta en una emboscada, y por eso cuando hablamos de seguridad ciudadana tendemos a pensar en la policía y sus competencias frente a delincuentes y altercados.
 
Pero mucha gente vive temerosa de otros riesgos que le generan una enorme inseguridad que tantos de nosotros apenas conocemos. El trabajador precario teme al despido arbitrario. El despedido teme  ser desalojado de su vivienda, el pobre teme al fin de mes y el enfermo sin recursos teme que el mal que lleva dentro se haga irreversible en el tiempo de la lista de espera del hospital.
 
La ley de seguridad ciudadana utiliza el vocabulario del poder. Concibe el orden público como una suerte de vallas contra los estorbos de la disidencia, del malestar social, de la inmigración o de la pobreza. Es una ley de alcantarillas y basureros, que pretende mantener limpia la calle expulsando lo que ensucia hacia las cloacas y los arrabales, allí donde no llegan los ojos y el olfato de quienes hemos caído en el lado bueno y amable. Lo que no se ve, no duele.
 
Para mí la nueva Ley de seguridad ciudadana es más criticable por la selección de riesgos que toma en consideración, más aún que por elementos técnicos que, desde luego, son censurables, porque incrementan el desfase entre los de dentro y los de fuera. ¿Para cuándo una ley que ofrezca seguridad frente a la indigencia y el desempleo, frente a la codicia y la especulación, frente a la exclusión y el deterioro ambiental?
 
Hicieron la ley desde el poder, y nos dedicamos a criticarla desde su misma lógica, con la miopía de quienes no conocemos el daño enorme que, sin culpa alguna, están sufriendo muchos vecinos que viven en nuestra misma ciudad? Deberíamos ser más ambiciosos. Deberíamos exigir un concepto de seguridad más moderno y más social, más acorde a los daños injustos que sufren las víctimas.

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