Cebrián, González y los alborotadores.

Que "El país" manipula en sus informaciones a favor de sus intereses económicos y de las políticas que convienen a las sociedades que lo compraron ya no es noticia desde hace tiempo. Que Felipe González ya no es un reformador audaz, sino un defensor del statu quo más a la derecha de la media de la socialdemocracia europea, no es noticia desde hace tiempo. Pero es importante no olvidar que "El país" tiene derecho a marcar la línea informativa y el estilo periodístico que le convenga siempre que no vulnere la ley, como lo es también recordar que Felipe González tiene, exactamente igual que un estudiante miembro de la Federación Estudiantil Libertaria, plena libertad para decir lo que piensa donde quieran escucharle: por ejemplo, en la Universidad Autónoma de Madrid.
Leo las informaciones de "El país" y de otros medios sobre el incidente de la Universidad Autónoma de Madrid y salta mi espíritu peleón contra la manipulación informativa, y me dan ganas de pensar que es más grave utilizar el enorme poder comunicativo que PRISA acumula para distorsionar la información sobre el incidente, que el incidente mismo. Pero en seguida reprimo ese impulso y mi razón me embrida recordándome lo que he escrito en el primer párrafo: si un gran medio manipula sin vulnerar la ley, yo puedo criticarlo, puedo preferir otros medios para informarme, pero no puedo impedírselo porque tiene derecho, por la fundamental razón de que no es una institución pública, sino una empresa privada.
Y llego entonces a la conclusión de que la mejor manera de reaccionar contra la manipulación informativa en la información sobre el incidente de ayer es afear el incidente de ayer. No para pagar un tributo a lo políticamente correcto y a lo bienpensante, o para que no me llamen radical, sino por convicción: es importante reducir a PRISA y a González al ámbito de lo privado (una empresa, un ciudadano) y liberarse ya del síndrome de Estocolmo: nadie tiene derecho a que "El País" siga siendo un periódico que le guste, y nadie tiene derecho a que Felipe González diga lo que a uno le gustaría oír de él. Tienen derecho a no gustar, y punto. Por tanto, impedir un acto universitario como acción de protesta es un acto disruptivo que se aproxima a la coacción y excede los límites de la libertad de expresión. A lo que, si quieren, pueden añadir su inutilidad: ya estamos viendo cómo el escrache de ayer se torna en un suculento argumento a favor de sus víctimas...
La Federación Estudiantil Libertaria tiene derecho a ponerse de puntillas para ser vista y oída, con la escenografía que haya elegido, con pancartas e incluso abucheos atronadores. Pero si, como todo indica, su objetivo era boicotear el acto instalándose ruidosa y aglomeradamente en el pasillo de acceso al Aula Magna, entonces me pongo nítidamente de parte de Antonio Rovira, el catedrático de Derecho Constitucional y director de la organización del acto académico, cuando ha dicho: "no nos están dejando hablar en el aula magna. No sabemos comportarnos en situaciones de esta naturaleza. No sabemos. Estamos un poco perdidos ante los signos de violencia que están sucediendo".  Entiendo muy, muy bien ese lenguaje, y comprendo que optara por suspender el acto en vez de acudir a la solución excepcional de solicitar a la fuerza pública que interviniera.
Lo sé: hay márgenes irrelevantes de violencia moral en la expresión política y en la protesta que no deben sobredimensionarse. No se trata de reprimir un grito, un acto ruidoso de protesta. Ni es ni mucho menos la primera vez que se "revienta" un acto académico.  Pero honestamente debo decir que no vamos bien si nos acostumbramos a los escraches y a las protestas tumultuarias organizadas para coaccionar a alguien (es decir, impedirle físicamente hacer algo que tiene derecho a hacer). Me basta para eso con pensar cómo reaccionaría si un grupo de gente que yo considerase "indeseables" (ponga usted aquí aquello que de verdad le resulte indeseable: por ejemplo, un grupo de radicales neonazis y xenófobos) se considerase legitimado para boicotear un acto público en el que intervenga una persona que yo considerase "deseable". Esto debería ser una regla elemental. Una regla incolora, insípida, neutral, como las buenas reglas, que son las que demarcan espacios de libertad, y que, como en el campo de fútbol, no pueden comprimirse o alargarse según quién esté en posesión de la pelota en cada momento.
Y otro día hablamos de Cebrián, de PRISA y de Felipe González. Hay tantas, tantas cosas que criticarles, que no merecen un escrache. Creo que me entienden.

6 Respuestas

  1. Anónimo

    Empecé a leer El Pais desde su fundación, y dejé de hacerlo asiduamente más o menos cuando Paco Umbral se fué al periódico El Mundo. Lo noté ya menos objetivo y muy pringado con el PSOE.

    Con Pedro Sánchez El Pais ha sido duro, como se merece un individuo tan banal. Pero veo que de manera expresa o encubierta, el periódico sigue denostando al PP en términos estúpidos, expuestos por escritores o periodistas de supuesta solvencia. Es el caso, entre otros, de Llamazares, que estima que el PP está podido por dentro y por fuera y que 8 millones de votantes carecen de ética, constituyendo una verdadera peste ( “La peste”); o de Jabois, que estima que el PP ha “saqueado” a España entera, ahí es nada; o de un progre como el actor Sacristán, que estima que la derecha está llena de gilipollas, pero, desafortunadamente, con derecho a voto (entrevista de Elvira Lindo). Me remito a la literalidad del archivo digital del periódico.

    Pero mi preocupación no es la línea editorial de un medio privado, ni la obviedad del principio de libertad de expresión. Mi preocupación es que la estupidez, la estulticia, la insentatez, la cara dura, le temeridad , convivan sin castigo con una ciudadanía esforzada a la que el Estado y la economía le exigen sacrificios durísimos. Eso es lo que me jode, si se me permite la expresión.

    Un pais en el que un cargo público dice que no cumplirá la ley o que no obedecerá al Tribunal Constitucional porque no le da la gana, o en el que un periodista dice literalmente que un partido ha saqueado un pais, cuando saquear significa según el Dicionario apoderarse totalmente de una cosa o de la mayor parte de ella, es un pais francamente en decadencia, la cual debemos evitar.

    Da gusto pasear por Oviedo, por Sevilla, por Avila, por Extremadura, hemos hecho muchas cosas y tenemos un patrimonio cultural y artístico asombroso en nuestro pais. Pero esta proliferación de estúpidos, de jetas, de caras duras, de nacionalistas cor urna superior a la ley, de populistas coleteros, de izquierdosos superficiales, es francamente preocupante, en una sociedad en la que el fascismo y la ultraderecha, afortunadamente, no existen. Vamos a por ellos. Dejémosles en ridículo.

  2. Pero ¿quiénes son ellos?: ¿los estúpidos, o los estúpidos de izquierdas? No suele conducir a buenas conclusiones buscar las imbecilidades de enfrente. Para discutir, es mejor elegir a los mejores de enfrente (a los mejores con los que no se está de acuerdo). Justo lo contrario de lo que hace la prensa (y la radio) fácil, que gustan de seleccionar una idiotez del más tonto o simple de "los otros" para solazarse en la propia virtud e inteligencia.
    Entiendo que a veces es inevitable echarse las manos a la cabeza e incluso indignarse con las estupideces, pero qué bueno sería que intentáramos no enredarnos en ese debate "a la baja".

  3. Anónimo

    Creo que no se ha entendido el comentario personal y puntual de Anónimo, referido a casos extremos y concretos, y en ejercicio de lo que se conoce como libertad de expresión. Y que no es correcta la sutileza de imputarle que está ideológicamente “enfrente” de los criticados, o sea, que sea de derechas si critica a la (supuesta) izquierda. Y resulta francamente incomprensible la afirmación de que no es bueno buscar las “imbecilidades” o problemas que plantea un político de “enfrente”, aunque hagan daño a un pais. Ahí es nada.

    Creo que hay que distinguir entre una opinión personal y puntual sobre personas o problemas sociales expresada en un blog; un debate, reunión , cónclave o coloquio con desayuno incluido y con “el mejor de enfrente” para llegar a conclusiones finales sobre un tema concreto; y un debate técnico “de altura” y no “a la baja” sobre la influencia del envejecimiento poblacional en las pensiones o la reforma del Titulo VIII de la Constitución. Si se confunde el contexto, se cae de bruces en la demagogia.

    Creo que ni este blog, ni su titular, ni los escuetos lectores del mismo, pueden facilitarnos al “mejor de enfrente” del entorno de Ada Colau para que discutamos aquí dialécticamente y con inteligencia no frentista si es o no aceptable su negativa a cumplir las resoluciones del Tribunal Constitucional. Igual ocurre con la afirmación de Jabois de que el PP ha saqueado España y si es o no una estupidez, y si los “mejores de enfrente” de su entorno aceptan o no que está dirigida a fomentar el voto de izquierda aún a costa de molestar intelectualmente a lectores imparciales que normalmente han hecho el bachillerato.

  4. Gracias por tus comentarios.
    El "vamos a por ellos" me indujo a preguntarte quiénes son "ellos". Idioteces se dicen muchísimas, generalmente en el discurso político suenan demasiado las mayores idioteces por esa tendencia que sí creo que existe de "solazarse" con lo que dicen los más tontos que no piensan como uno. No significa que no haya que contestarles, ni que sólo podamos discutir con "los mejores", pero sí te confieso que echo de menos en España debates políticos "al alza" en los que se compita buscando la excelencia de los argumentos, y no la banalidad. La "insumisión" a la Constitución sí es un problema grave, pero que un columnista utilice la palabra "saqueo" es el pan nuestro de cada día.
    Otra vez gracias por tus comentarios.

  5. Quien siembra vientos…

  6. Gran artículo sobre la libertad de expresión. Cualquiera que invoque la misma para impedir que alguien, poderoso o no, honesto o no, se exprese libre y limpiamente (sin violencia o acoso) cae en una doble contradicción.
    Un amigo sesentón y universitario, como yo, y próximo a podemos, se echaba las manos a la cabeza cuando comparé a los chicos Libertarios con los camisas pardas nacional-socialistas, y argumentaba que Felipe y Cebrián eran despreciables e invocaba la libertad de expresión. ¿?

    Curro

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