Política de palomitas.

Y ahora que todos estábamos expectantes de si el padre de Pablo Iglesias fue un terrorista, un activista o un resistente, y de si los familiares argentinos de Cayetana Álvarez de Toledo fueron colaboracionistas con los militares golpistas o simples hombres de negocios; ahora que nos va la vida en si Vox quiere dar un golpe de estado pero no puede, o puede pero no quiere, o quiere pero no sabe si puede y  no se atreve, o si es el Gobierno el que está dando un autogolpe suave y silente hacia el socialcomunismo bolivariano; ahora que nuestra vida pende del hilo de un informe de la Guardia Civil sobre cuándo y cómo se suspendió un congreso evangelista en aquel remoto marzo de Madrid, y estamos esperando veredictos para ver, por fin, quién es el asesino y quién el Ángel de la Guarda; ahora que las ondas y las burbujas pugnan por demostrar, con su tenacidad, quiénes son los malos que están luchando alevosamente por el poder y quiénes son los buenos que denodadamente luchan por el país... Ahora van y montan una comisión parlamentaria para la reconstrucción económica, sanitaria y social del país.

No me fastidien, hombre, con lo intrigante y divertido que estaba todo. Ahora quieren desviar nuestra atención y hacernos pensar en cosas como el ingreso mínimo vital, la coordinación entre el Estado y las Comunidades Autónomas en políticas de fomento de la economía, o la creación de una estructura nacional de control epidemiológico más eficiente. Cosas aburridas, que ni nos van ni nos vienen. Ahora querrán que nos interesemos en cómo van a emplearse los fondos europeos, en qué va a pasar con la Administración sanitaria y la de Justicia y sus colapsos, en qué margen de incremento de carga impositiva puede aliviar el déficit presupuestario sin obstaculizar la iniciativa económica, en qué va a pasar con los parados sin caminos hacia el mercado de trabajo, en qué estrategias para la industrialización y la renovación energética son viables en España, o en qué reformas podrían mejorar la eficacia de la Administración pública. Vaya, como un corte publicitario justo cuando la película estaba más interesante.

Bah, maniobras dilatorias. Cortinas de humo para que no pensemos en lo importante: qué fue el FRAP, cuántos fascistas hay en España y quién ha dado hoy el mejor zasca, si las cacerolas produjeron más decibelios que las palmas, y si el Rey llevaba un pin del tricornio o una condecoración de la Real Orden de Carlos III.  A ver si,  además de todo, también van a suprimir el Sálvame Político. Resistamos. Exijamos nuestro derecho a que los políticos y los locutores de la mañana sigan cumpliendo su función: enfadarnos un poco cada día mientras comemos palomitas. Que no nos engañen con esas banalidades de la reconstrucción que a nadie interesan. No nos moverán (de la butaca).

4 Respuestas

  1. Vístase la censura con la mortaja ética que se quiera –hojarasca, conveniencia o desacuerdo– siempre brillará por entre los pliegues del fraudulento catafalco de moral chapucera el metálico destello del garrote vil del verdugo miope y varicator.

    La vitrina, con brillo mugriento del tiempo, aparece ya como toda una ofrenda semiótica a la impostura del embeleco de la Chancillería que, en la escala de Richter, muestra en su altar de sacrificio la magnitud del desastre profundo de Andalucía.

    No es que no exista la realidad. Lo que no existe es la realidad que conviene, que es algo muy distinto. Por ello el Derecho no es una lógica, ni una ciencia, sino un chamanismo urbanizado basado en la existencia de unos creadores de verdad asalariados y empoderados a verdugos de la arbitrariedad más conveniente bajo la falsa promesa de futuros radiantes de justicia en el tanatorio de los derechos fundamentales.

    Es el falso dilema bribón de la impostura o caos. Pura película mitológica para cinéfilos amantes de King Kong, Godzilla, el rey de los monstruos, Caperucita, Pokemon… o el fútbol y sus árbitros.

    ¿No nos moverán?… jajaja… mejor «política de palomitas» que no está el chamanismo para más ironías y/o banalidades distintas a las películas habituales…

    Ah… lo de «exijamos nuestro derecho…» debe ser puro balconismo de galería, o una fina hipérbole cuántica de incursión al multiverso de los agujeros negros… ¿Qué derecho?…

    Mulgere hircum… siga usted con sus palomitas… en sesión matinal dominguera…

    ¡¡¡E pur si muove!!!… ¡Démosle vida al texto!

    31/5/20 13:31

  2. Mar

    Se me ha hecho corto. Así que lo volveré a leer.
    ¿Le doy el diez? Se lo doy, pero no es un simple sobresaliente. Es excelente.

  3. Sr Miguel, le agradezco de antemano su texto porque me anima a escribir.

    ¡Cuán importante el estudio del latín, el griego y la filosofía del Derecho!

    Su relato -desde el nivel sálvame político- hace que tenga igual peso lo que dice Pablo y Cayetana, y todo el resto: “ahora que nos va la vida en” con hasta “ahora que la vida pende del hilo de un informe de la Guardia Civil”. Creo, en estas circunstancias, que es tan superficial que puede llegar a hacer daño a la sensibilidad con que la vida busca su lugar en cada uno de nosotros.
    Porque, en definitiva, ¿de qué se trata? De cómo construir y asumir una falacia ad populum, entre “quiénes son los malos que están luchando alevosamente por el poder y quiénes son los buenos que denodadamente luchan por el país”.Todo el relato desemboca en esa mar.

    ¿Nada más? Ni siquiera era necesario detenerse, disimular, hacer el mínimo esfuerzo en indicar una valoración acerca de quienes componen la Comisión que “nos han montado”. Al menos, para paliar en algo la cadena de errores que llevamos viendo: un poder legislativo y ejecutivo danzando a sus anchas y otro, el judicial, atenazado y siendo cuestionado a sí mismo, a la vista de la acción de la abogada del estado del Gobierno contra la abogada del estado del caso “informe”.

    La mezcla en esta cocina genera una salsa de confusión demoledora. Hoy, por cierto, seis Tenientes de la Guardia Civil, son sustituidos bajo el prisma de la nueva reestructuración. Y la ley orgánica del sistema electoral ha tenido dos “arreglos”, eso sí, de manera excepcional, a causa de las votaciones en julio.

    ¿Para qué? ¿Para qué entrar en la mar pudiendo surfearla? Leído el primer párrafo sabemos con qué pericia el arte de escribir sobre el presente, sin tomar suelo firme, descuida el sol que no verán tantos ausentes, los recientes y los más lejanos, aquellos que sí pudimos ver como yacían asesinados en esta tierra herida que es España. Un montón más de sustrato de dolor, que ha venido para quedarse. Otra fisura que se abre y deja ir formas y modos democráticamente sembrados.

    La recomposición de la vida del país y de las personas, ¡vaya las cosas del comer! Me parecen cuestiones (muy bien indicadas, estructuradas y ordenadas) en las que hay que ponerse a trabajar. Ahora bien, la dirección recae en los expertos de la Comisión – capacitados por su reputada competencia-, visto lo visto, en su primera aparición “telepública”.
    El momento revelador de la película, sin ensayo previo y ni guion coherente, que venimos padeciendo, es gracias al socio lumbreras con el que hemos sido engañados. La revelación vino con la escena aquella en que le estampó un sonoro bofetón al Sr Patxi.: le cedo la palabra para que pueda aclarar que lo que parece que ha dicho… (oh, wait) es, en verdad, lo que ha dicho.
    Exactamente, es la misma bofetada que venimos recibiendo como país desde el comienzo de esta tragedia. Es la prueba de cómo intenta funcionar esta coalición alícuota, por el poder: hacemos que algo parezca y no parezca, y no disimulamos con lo que suceda. Entre trileros anda la cosa. Porque han querido enseñar al pueblo una nueva manera de contar, ya que no sabíamos, que la suma de dos más dos son cuatro allí donde reside la soberanía popular. Y esa suma incluye añadir sumandos, que no son meras cifras sino aritméticas variables desperfectas.

    Con esta munición estamos librando la batalla nunca antes conocida en el mundo. Estos son los cartuchos con los que vamos a luchar: una puesta en escena de buenas y poderosas intenciones, eslóganes y consignas. El nuevo progresismo llega irreverente dando patadas y portazos, eso sí, impartiendo nuevos modales y nuevas reglas garabateadas en un manual trasnochado, desatado y no asentado en las fuentes del saber acumulado, y sin ideología consumible.
    La posición de resistir “enfadados” ante la próxima banalidad, ante la nueva e improvisada verdad asalariada. ¡Es tan decadente! Que nos obliga con urgencia a dar lo mejor de cada uno, en cada momento, en cada acto. Porque hemos aprendido primeramente de nuestros padres a respetar, a dejar el pasado en su lugar, y a ser firmes con la integridad de cada uno. No es posible permitir que si no opino como tú voy a ser señalado y desprestigiado. Esa es la salsa no liga y que amarga. Creo en esta receta para evitar una muerte civil prematura y acelerada. ¿O, acaso el confinamiento no nos ha hecho volver a repensar todo: lo vivido, lo tenido, lo perdido, lo valioso y lo superfluo?

    Se confirma que todo el mundo parece estar de acuerdo en que los políticos son gente chata y aprovechada…así es, ¿y en base a qué derecho y a costa de qué precio? Miseria y ruindad?

    Aristóteles propuso una ética de las virtudes. Sócrates explica cómo la práctica del bien perfecciona al ser humano, por el contrario, la práctica del mal corrompe su naturaleza. Conviene siempre saber de qué munición estamos hechos y trazar la vía, dejando señales que nos indiquen el camino de ida y de vuelta.

    Un saludo cordial.

  4. Cuando mis alumnos (y alumnas, perdóneseme) realizaban un examen muy bueno, les daba un “sobre”, claro, pero a la vez, ponía un comentario que, muchos años después, me han hecho -ellos- recordar con cariño… Les ponía “¡olé!”….y, es lo que pensaba ponerle a su comentario. “Sobre…¡olé!”.
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