Menguan los partidos, crece la política

Son las mayorías transversales de izquierda plural (de las que el PSOE sólo es una pieza aleatoria), y quizás la fuerza personal de algún candidato, las que han provocado los cambios más importantes en las elecciones de ayer: la excelente candidatura de Manuela Carmena, Compromís en Valencia con Mónica Oltra, las Mareas gallegas, y Barcelona en comú con Ada Colau. En el resto, la cosa no ha cambiado mucho: el PP gobernará varias comunidades y ayuntamientos probablemente con el apoyo de Ciudadanos, y el PSOE se fortalece en una Andalucía sin alternativas, en Extremadura y en Asturias, quizás también en Castilla-La Mancha y Aragón.
 
La impresión es que el PSOE tiene que tomar decisiones. Podrá mirar a esos movimientos de izquierda surgidos sin el referente de un partido claro y nítido, o podrá pactar con el PP el apoyo a la "lista más votada". La impresión es que va a optar por lo primero. Será difícil que no apoye a Manuela Carmena en Barcelona, a Ada Colau en Barcelona, a Compromís en la ciudad de Valencia, y a las Mareas en Coruña y Santiago, o a ZGZ en Zaragoza (donde las llamadas "candidaturas populares" han sido primera o segunda fuerza política), probablemente a cambio de gobernar en las comunidades de Aragón, Valencia y Castilla-La Mancha y en alguna que otra capital.
 
En cuanto a Ciudadanos, si no juega bien sus cartas, su papel va a quedar reducido a decidir si apoya o no al PP en las comunidades o ciudades en las que éste ha sido la lista más votada a poca distancia de la mayoría absoluta, aunque también podría apuntalar al PSOE cuando esté en situación similar, o sumarse a mayorías plurales de gobierno.
 
Los pactos de izquierda no necesitan mucha justificación cuando la intención explícita era desbancar al PP. En cambio, Ciudadanos se verá en la necesidad de afinar más, porque su electorado está, al parecer, mucho menos definido. Rivera ha reaccionado bien hablando de unas condiciones generales para dar su apoyo.  Lo criticable, en mi opinión, es el contenido de esas condiciones: la dimisión de Chaves y Griñán, que el PP celebre primarias para elegir sus candidatos (menuda memez, con perdón), o la suscripción de vagos y maleables pactos anticorrupción. Yo propondría a C's otras condiciones que acaso los ciudadanos agradecerían más: por ejemplo, la regulación del estatuto de las televisiones autonómicas (Telemadrid, Canal Sur, etc.), para que sus órganos directivos fuesen elegidos por amplios consensos parlamentarios y no por designaciones gubernamentales que los conviertan en comisarios políticos, la creación de órganos efectivos de control parlamentario dirigidos por la oposición y la reforma de la legislación electoral, con establecimiento de listas abiertas (al menos, desbloqueadas). No mucho más: condiciones claras, tangibles, verificables. Se trata de tres medidas que, por lo general, encuentran resistencias para aplicarse, porque quien ostenta el gobierno "se olvida" de ellas. C's tiene la oportunidad de imponérselas al PP y al PSOE allí donde necesiten sus votos.
 
Por lo demás, no puedo dejar de decir que en la noche electoral estuve pendiente, por encima de todo, de los resultados de Madrid capital. Que Manuela Carmena vaya a ser alcaldesa de Madrid (cosa que finalmente ha sido posible por un puñado de votos) me pareció la mejor noticia de toda la jornada electoral. Porque la talla humana del candidato también importa, y fue reconfortante que una ciudad que hasta antes de ayer votaba abrumadoramente a una fuerza política con independencia de su candidato, ayer se fijó bien en la calidad de las candidatas. Y no me estoy refiriendo a la escasa calidad de Esperanza Aguirre (quien estará especialmente fastidiada porque Cifuentes, con más estilo, ha conseguido para el PP más votos que ella en la misma ciudad de Madrid), sino a la enorme talla democrática de Manuela Carmena, que ha sabido generar mucha más ilusión ciudadana que la que podría brotar de cualquiera de los partidos (incluido Podemos).

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