Junts pel sí no es igual a “sí”

Artur Mas y Oriol Junqueras han conseguido que las elecciones del 27-S se parezcan lo más posible a un referéndum sobre la independencia de Cataluña. Lo anunciaron, lo negociaron, y formalizaron su proyecto de convocar unas elecciones plebiscitarias. No encontraron otra salida ante la anulación de la convocatoria de aquel extrañísimo referéndum consultivo. Y como las encuentas les dan como vencedores, otros están ya definitivamente jugando ese escenario, utilizando para unas elecciones autonómicas argumentos propios de un referéndum (la salida de la UE, el corralito, la desbandada de grupos financieros, la participación del Barcelona en la Liga de fútbol, o la rebeldía del Valle de Arán...). Primera gran victoria de Artur Mas, que quede claro. 
 
Pero si, en mi opinión, ni siquiera un referéndum a secas es buena fórmula para tomar una decisión sobre la independencia, que en sí misma comporta una transgresión de la (única) Constitución vigente en todo el territorio catalán, menos aún lo son unas elecciones autonómicas. Y no ya por razones legales o constitucionales, sino puramente políticas.
 
El referéndum "a secas" no es apropiado en mi opinión, porque una decisión de tal calibre e importancia histórica, social, jurídica y económica sólo puede tomarse a través de un procedimiento reglado con cobertura constitucional (es decir, previsto en la Constitución, y no improvisado), que permita formalizar una voluntad verdaderamente mayoritaria, constante y homogénea dentro del territorio de que se trate: un procedimiento como, por ejemplo, el que aparece en http://migueldeesponera.blogspot.com.es/2015/07/manuscrito-de-secesion-hallado-en-un.HTML y que a mí me parece la mejor de las soluciones al enredo español.
 
Y unas elecciones "plebiscitarias" arrojarán por definición un resultado equívoco, por cuanto las interpretaciones dependerán no tanto del recuento en sí como de la intención que políticamente se atribuya a cada uno de los sufragios emitidos en una votación a la que una parte ha procurado dar un sentido diferente al que le es propio.
 
No habrá ninguna duda de que quienes voten a la candidatura de "Junts pel sí" estarán apoyando como diputados a candidatos que han prometido, de alcanzar mayoría, proclamar unilateralmente la independencia a través de un proceso publicitado en una página web: tal interpretación de voto es posible, porque el resultado directo, legal, inmediato e ineludible de la votación será la composición del Parlamento catalán. Pero no es seguro que todo voto a esta candidatura pudiera equipararse sin más a un voto a favor de la independencia en un referéndum vinculante. ¿No es razonable pensar que hay catalanes que quieren una determinada composición nacionalista o incluso independentista del Parlamento catalán sólo porque prefieren que sean ellos quienes gestionen nuevos acuerdos con el resto de España desde una posición de fuerza? ¿No parece claro que muchos de los votantes a esa candidatura lo hacen pensando que lo que se logrará no es la independencia de Cataluña, sino una posición de fuerza?
 
De hecho, mi impresión es que a la candidatura "Junts pel sí" va a ir un importante porcentaje de voto de gente que no quiere la independencia, que incluso confía en que no va a conseguirse, pero sí desea "dar un bofetón" a lo que considera un discurso hostil hacia Cataluña (lo ha reconocido hasta el candidato Albiol), o simplemente no puede soportar que la Generalidat sea gobernada por fuerzas no catalanistas.
 
Si el 27-S obtienen mayoría (de votos o de diputados, me da igual) los defensores de la proclamación unilateral de independencia, deberán cumplir su programa. Pero comprobarán seguramente que no conduce a nada, porque la declaración unilateral, por solemnemente que se haga, no va a comportar un cambio de fronteras, ni un nuevo modelo de financiación, ni mayores competencias para la Generalidad, como tampoco comportará la expulsión de la UE, ni la salida del euro, porque la UE seguirá considerando a Cataluña como parte de España mientras la propia España, que es su única interlocutora,  no acepte, reconozca o declare otra cosa. Yo, por mi parte, me negaré en ese previsible escenario a aceptar que la mayoría de los catalanes ha optado por la independencia, como tampoco concluiría lo contrario en caso de fracaso electoral de Mas/Junqueras. Más bien reclamaré un verdadero proceso de decisión sujeto a reglas apropiadas y legitimado por el conjunto de la soberanía nacional, que concluya con un referéndum de carácter vinculante y no emotivo o simbólico: es decir, un referéndum posterior a un proceso parlamentario, convocado sobre la premisa de que un sí no sería  un simple gesto de orgullo nacional, o un arma para negociar, o un argumento para que gobiernen unos u otros, sino una decisión inmediatamente efectiva, por virtud de la cual Cataluña dejaría de formar parte del Estado español con todas las consecuencias. Tengo derecho a pensar, mientras no compruebe lo contrario, que ese "sí" vinculante recabaría menos apoyo que la candidatura "Junts pel sí".

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