Vuestra hijita ha sido asesinada, eso es todo.

Y para colmo se suicida. Sin cartas, sin explicaciones. Sin amarse ni odiarse a sí mismo. Con determinación. Primero mató a su madre; luego debió enfundarse las armas, dirigirse al colegio, entrar, esperar el momento idóneo para iniciar el apocalipsis, comprobar cómo ante él la vida y la muerte se la jugaban por el azar de un pasillo, de un armario, de girar a la derecha en vez de a la izquierda. Gritos, eco de disparos, vainas cayendo al suelo, llantos, socorro. Sangre. En un momento, el muchacho oye las sirenas de la policía. Aún le queda alguna bala: podría matar a algún niño más, pero esa bala está reservada. Dentro de pocos minutos todos los medios informarán de la matanza. Dirán que el asesino ha muerto. Aclararán después que se ha suicidado. Nadie sabrá por qué mató ni por qué se suicidó. La máxima expresión del sufrimiento sin explicaciones.

Padre y madre afligidos, vuestra hijita ha muerto, eso es todo. Tenéis el resto de vuestra vida para lamentarlo. Podría haberse salvado, como tantos otros compañeros, y todo habría sido un susto terrible, pero le ha tocado a ella. Su nombre estaba en la lista. Ese cadáver que os enseñan disipa la última y remota esperanza: es el cuerpo de la niña a la que despertásteis esta mañana. Ya no puede despertarse más. No hay ningún consuelo a vuestro alcance. No la ha matado un terrorista, ni una  bacteria, ni un alud: ha sido una decisión tomada en el reino de los locos, y ejecutada con la locura de un fusil de asalto legal. Ni siquiera podéis saber por qué, ni escupir al culpable, o perdonarle en la cárcel dentro de siete años.  El asesino, simplemente, no existe. Se retiró antes de que pudiéramos odiarlo.

1 Respuesta

  1. Parece, Miguel, que esta es una noche de insomnio. Aqui han confirmado la sentencia a un estudiante de filosofia de tres años de prision por haber escrito un sms a otro hombre diciendole que esta enamorado de el. Tres años de prision por un mensaje de una decena de palabras.
    Me resisto a que el sufrimiento individual de alguien con cara y mirada conocida se diluya en la justificacion del "asi son las cosas aqui".
    Nicolas

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