Teatro

¿Para qué pedía Rosa Díez al Gobierno que instara la ilegalización de Amaiur y Bildu? No para conseguirlo, porque a la vista de los tan recientes pronunciamientos del TC, ella sabe que ahora no hay materia nueva para ilegalizar. ¿Para qué lo pedía, entonces? La respuesta está en el título.
La diputada estrella sabe que muchos españoles aplaudirían no ya la ilegalización, sino también la lapidación pública de todo lo que haya tocado de cerca a ETA. Sabe que a mucha gente le trae sin cuidado si al final el tribunal ilegaliza o no, que lo que se trata es de mostrar rabia contra lo que hizo tanto daño. Sabe que millones de votantes del PP habrían aplaudido una ilegalización eterna de los abertzales. Y sabe que, sin embargo, el PP, desde el Gobierno, tiene la obligación de hacer políticas más difiíciles tendentes a resolver lo más razonable y rápidamente posible la cuestión del fin definitivo de ETA.
Cada vez que un político inventa problemas que le convienen electoralmente, en vez de ayudar a resolverlos, hace daño a la política, aunque quede bien. Rosa Díez es la política más valorada de momento, pero acabará engullida en su propio teatro. Ayer le dieron una buena lección: todos juntos frente a una iniciativa demagógica que sólo quería poner en apuros al PP.

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