WaspDevice, siempre a tu lado.


 
 
Hoy me he dado cuenta.
 
Una de mis hijas me ha dicho que, desde el lunes,  hay una avispa que la persigue "todos los recreos". Le he preguntado, por tontería, si está segura de que es siempre la misma, y me ha contestado que sí.
 
Así que tres mañanas seguidas persiguiendo a mi hija. La misma avispa. También yo, este verano, tuve la impresión de que había una avispa concreta, diferente a las demás en algo indefinido (la forma de volar quizás, el color exacto de los anillos...) que merodeaba a mi alrededor cuando, por las mañanas, bajaba a pensar a la alberca. No quiero alarmarme demasiado, pero últimamente aparece en mi biblioteca de vez en cuando una avispa medio aturdida, de vuelo lento y torpe, como despistada de lugar y tiempo, con cierta querencia hacia la pantalla del portátil.
 
De repente lo he comprendido. Estamos siendo espiados. Me he dejado llevar por la intuición, he escrito en el buscador de Google "dispositivo en forma de avispa", y he encontrado la respuesta. Los venden en tiendas especializadas, a precio desde luego disuasorio para quien no tenga un interés desmedido (en torno a 4.500 euros), pero tiene la ventaja de que puede ser dirigida en un radio de unos 500 metros. Está equipada con microprocesador, microcámara y dispositivo de grabación, y se conecta con un control remoto dotado de un programa informático llamado "WaspSpy". Se puede designar el objetivo con fotografías, e incluso con una descripción literaria bien precisa. El dispositivo con forma de avispa, o "WaspDevice" busca el objetivo con un vuelo aleatorio, y una vez localizado, obtiene y transmite al WaspSpy incesante información: video, grabación de voz, registro de olores, cambios de temperatura, excitación sanguínea, etc. Tiene una autonomía de media hora (más o menos lo que dura un recreo, o lo que duraban mis ratos matutinos en la alberca), pero es recargable. Dispone de una función especial, que sólo puede utilizarse una vez, pues produce la destrucción del WaspDevice: es la "picadura" o "WaspSting", que inocula en la víctima un veneno idéntico al de una avispa peculiar, pero a cambio extrae una muestra de sangre y de ADN que analiza al instante para elaborar un informe sobre su estado de salud y rasgos genéticos, al tiempo que extrae igualmente una dosis aleatoria de las proteínas de la memoria, que se almacenan en el WaspSpy en espera de que acabe de fabricarse el programa de inspección de la memoria que está muy avanzado.
 
No entiendo cómo he tardado tanto en descubrirlo. Seguimos anclados en los viejos dispositivos de espionaje, somos reticentes a usar el bolígrafo que alguien ha dejado olvidado en nuestra mesa, registramos de arriba abajo y con esmero a la desconocida que viene a nuestro despacho, por si en algún pliegue de su cuerpo tiene instalado un chip de grabación, quitamos la batería del móvil cuando vamos a decir una confidencia, cerramos la ventana cuando vamos a cambiarnos, miramos obsesivamente atrás cuando nos sentimos perseguidos en plena calle, instalamos inhibidores de frecuencia cuando salimos a tomar un café, nos cambiamos de acera cada setenta y cinco metros... ¡¡Y a las avispas, sin embargo, ni siquiera las espantamos, porque dicen que entonces se enfadan!!
 
Desconfíen de las avispas. Cuidado con ellas.  El riesgo no es que les piquen, sino que estén espiándoles. No las espanten, pero tampoco las dejen merodear: cácenlas, enciérrelas en un bote hasta que pierdan toda su batería, y llévenlas a la policía. Puede que usted no lo encuentre ya en Google, porque la empresa fabricante (o la distribuidora) habrán tomado ya medidas y habrán borrado el rastro de sus páginas una vez que pulse el botón "publicar esta entrada". Pero yo les aseguro que ahora, mientras escribo estas palabras, tengo disponible toda la información sobre la "WaspDevice" y sus aplicaciones asociadas al "WaspSpy". 
 
Es curioso: la avispa aturdida de mi biblioteca acaba de escaparse por la rendija de la ventana. Sospecho que no volverá más.

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