Con los ojos cerrados.

Si París era el centro del mundo, Bahía estaba en el límite de lo real con lo irreal, más cerca de las ballenas que de cualquier otra cosa recognoscible. Tantos años después, aún me queda en el recuerdo de Bahía aquella sensación inaugural de las primeras semanas: un escenario neutro y extraño, indolente, como un desierto asfaltado, edificado y poblado al lado de un mar que parecía irse en vez de llegar. Echábamos de menos París todos los días, todas las horas. Bahía no existía, no era nada, nada más que el nombre de un exilio, y por eso París no se alejaba, igual que tu casa no se pierde mientras estás soñando. Sólo había un sitio al que merecía ir en aquella ciudad: allí donde estuviera Gabrielle.

Una tarde, después de un largo rato de andar por andar por calles iguales, nos sentamos en un banco. Ella se descalzó un pie, como solía hacer cuando estaba cansada. Se reclinó en mi hombro, y dijo: "ahora en París, ya es noche cerrada". Cerré los ojos, y todo se oscureció. Me pareció estar sentado con ella en la place Dauphine, con la tenue luz de unas pocas farolas, en ese remanso quieto en el fragor de París, y el beso me supo a nosotros y a entonces. Desde entonces, a veces Gabrielle y yo cerrábamos los ojos y jugábamos a estar en París. "Ojos cerrados", decía uno de los dos, y uno y otro traíamos, a ciegas y con palabras, los detalles de una plaza, un café, un cine de París: caminábamos, entrábamos a comprar pan en una boulangerie, nos daba el viento del Sena en la cara, cruzábamos un puente, veíamos al fondo la cúpula de los Inválidos o la torre de St. Jacques, escuchábamos la sirena de un furgón de policía o las campanas de Notre-Dame, mirábamos un escaparate, llovía y abríamos un paraguas, salía el sol y nos tumbábamos en la hierba del Jardín de Luxemburgo, nos buscábamos en el Pont des Arts, o entrábamos en un bar à vins de Le Marais para tomar un beajolais.

Un domingo por la mañana de indolencia entre sábanas, le pedí a Gabrielle que me llevara a su casa de la rue de Médicis, que no llegué a conocer. Cerramos los ojos, y allá fuimos. Me enseñó el portal, subimos callados en el ascensor hasta el ático, me abrió la puerta, me mostró el salón y la terraza, nos asomamos frente al Jardín de Luxemburgo, y empecé a besarla allí, apoyados en el pretil de la terraza; entramos dentro, seguimos besándonos a oscuras, repetíamos con palabras audaces y parisinas lo mismo que nuestros cuerpos hacían en aquella penumbra de domingo por la mañana en Bahía;  escuchábamos nuestra respiración, nos excitaba lo que decíamos y hacíamos al mismo tiempo, describíamos cada uno el deseo que el otro podía sentir y tocar, tocábamos y sentíamos lo que las palabras decían. Prohibido abrir los ojos. Ni siquiera los abrimos cuando la gran oleada de placer nos llenó el cuerpo, y así conseguimos hacer el amor, al mismo tiempo, en París y en Bahía.

9 Respuestas

  1. Su comentario*

  2. Precioso, no hay nada como ver con los ojos del alma.

  3. Cuando leo tus textos, creo que estás dentro de mi mente y sabes lo que pienso.

  4. No recuerdo ahora muy bien quién sacralizó ese pensamiento, posiblemente fuera Marie Curie, o Ava Gadner o la Niña de Los Peines, no recuerdo, pero la gran verdad es que “el momento culminante del amor es cuando se sube la escalera”. Pues claro que sí.

    Si una pareja está dirigiendo su talento, su afecto y su furor sensual al deseo inmediato de hacer el amor, jamás se debe coger un ascensor para acceder al lecho, jamás, eso es un acto prosaico y atrabiliario. Hay que escoger la escalera, subirla despacio, armonizar el número de escalones a liberar con las caricias precoitales que se desean, detenerse en cada descansillo, ir con fiereza medida a tocarse los espacios corporales proverbiales, desplegar la grandeza del discurso visual, revelar la dialéctica que pudiera repetirse en la horizontalidad del lecho, abrumar amorosamente con mensajes subliminales cuando vaya a terminarse la escalera y, una vez consumado el despliegue, acudir a lecho e insinuar el argumentario preestablecido. Pero el coito ya no es culminante, es sobrevenido e instantáneo: el momento culminante del amor ya lo tuvisteis en la escalera, sin ojos cerrados.

    • JAJAJAJA… Querido Anoni tú no eres polvo, ni creo que en polvo te conviertas… Tu eres un cantaor de saetas de rellano de escalera….

      Poeta de amores pernoctados a la luz de las 7 lunas precoitales del interruptus celestial.

      No hay mayor satisfacción que un buen sueño subiendo escalones hacia la cama amada, sea redonda o cuadrada…

      JAJAJA!… ¡BRAVO!

      Septiembre literario

  5. ABRIENDO OJOS.-

    Bildu quiere que se prohiba que la derecha pise Euskadi, porque eso constituye una provocación intelectual que, consiguientemente, puede generar violencia, la cual, consiguientemente, estaría justificada, al haber mediado advertencia previa de inasistencia.

    Podemos no deja dormir a un Presidente constitucional de Gobierno y, por tanto, la única solución es convocar nuevas elecciones en busca de partidos cuya coalición sea adormidera.

    Si un Presidente de Gobierno miente descaradamente, solo caben cuatro alternativas: a) que siga mintiendo en virtud de un voto popular estúpido que lo consagre. b) que siga mintiendo en virtud de un voto popular bloqueante de formación de Gobiernos mentirosos c) que siga mintiendo en virtud de una cobertura periodística pringada que lo relativiza. d) que siga mintiendo en virtud del principio maquiavélico proverbial e inexcusable de que la política está por encima de la ética.

    La violencia puede ser: de género, agenérica, metoomana, transexual, heterónoma, polígamaniense, puta de oros, mariconcentrada, colaugena, transexualiente, perra permanente revisable, cabronceada, marlaskequieres,
    injusta.

    En España no hay presos políticos, y si los hay, renuncia a tu sueldo público contaminado, ponle una querella al Tribunal Supremo, declárate en huelga de hambre ante el Corte Inglés, pon anuncios eróticos en el balcón de la Generalitat, comparte tu piso con okupas necesitados, dile a la Colau que te explique el principio de Arquímedes y, sobre todo, dile a los violentos pujolistas nacionalisientes que no sean violentos, es decir, que lo sean.

    ¡ Que no decaiga la España cañí, por favor, el turismo nos da de comer, a ver si os enterais de una puñetera vez¡

    • Amigo Panolimo; abrir y cerrar los ojos es una empresa inútil para el ciego que vive en la más completa oscuridad, por mucho que coma, cante o berree, a ver si se entera!…que la España cañí yace todavía en el Valle de los Caídos con losa de mármol encima.

      ¡Viva la cabra libre!

      ¡Mulgere Hircum!

  6. Insisto, Carcamis, ya tengo instalado el plato de ducha., y no te enfades, hombre. Si me permites un consejo, el muestrario que aportas y la financiación están anticuados. Un saludo.

  7. Mucho ha tardado la obra, amigo Panolimo, y poca saeta nos traes con la nueva news, pues ya te vemos animoso en tu flamante nuevo plato sorteando tsunamis y alabando al sol con la cara nueva del jabón, pero nos falta tu cante.

    Consejos das, gratis y sin demanda, pues como buen cristiano esparces tus aguas benditas con el hisopo de tu ducha ya que con tus manos escudriñas los muestrarios y las moneas que encuentras en tu anticuario.

    Tu generoso consejo me trae el recuerdo de un buen gitano, amigo mío, que vivía de las antigüedades allá por la calle Lucano esquina con la Plaza del Potro, en Córdoba. Entre dimes y diretes, y con su gran experiencia habitual, me preguntó con picardía que conociendo él a mucho moerno, no sabía en qué consistía la modernidad pues le parecía una palabra tonta ya que, a su criterio, –me decía él– los antiguos de toa la vida les parecían menos idiotas que los pijos de la modernidad…

    ¡Así que gracias por el piropo!

    Yo me alegro de que si con un plato nuevo de ducha, por hisopo, te sientes bendecido por el obispo de la Magna catedralicia que pasea los santos por tu ciudad, tanto en primavera como en otoño, puedes insistir, sin duda, hasta la saciedad, pues las aguas de EMACSA las bendice el obispo todos los días con el hisopo de tu nuevo alcalde de la Santa Soleá (PP, C’s y VOX). Los tres son pájaros, pero ninguno vuela. Ese es el misterio.

    ¡Mulgere hircum Bienduchao!

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