El derecho a contribuir

El presidente del
gobierno ha anunciado que eximirá de hacer la declaración de la renta a los mileuristas
(es decir, aquellos cuyos ingresos no superen los 12.000 € anuales). Parece que el PSOE también traía propuestas sobre
exención de la obligación de declarar por el impuesto de la renta para todas
las personas en paro. Son medidas que parecen ir en línea con la aspiración de
una corrección de las desigualdades por la vía de la política fiscal.  
 
Pero hay algo en ellas que no me gusta. 
Es verdad que la progresividad fiscal (que paguen más, y
con más porcentaje, quienes tengan mayores ingresos) es uno de los grandes
instrumentos de la igualdad y cohesión social, porque supone que los servicios públicos y las prestaciones sociales se pagan no en función
de quien tenga necesidad de utilizarlos (tasas) sino desde una caja financiada por los ciudadanos según su capacidad económica. Por tanto, distinguir tramos por cuotas y nivel de renta, en la medida en que incrementa las diferencias entre lo que pagan los de más renta y los de menos renta, es fiscalmente justo. Rebajar la cuota a las personas con menos ingresos y mantenerla a los que están en escalones superiores es redistribuir con más equidad.  
Pero
una cosa es rebajar y otra cosa es expulsar. La declaración de la renta es un
acto de ciudadanía y por tanto también de pertenencia. Pertenezco al
Estado o a la comunidad en la que pago impuestos, donde me siento contribuyente y
puedo exigir. Los impuestos hacen visible la condición de ciudadano. Unos
deberán contribuir más y recibir menos, otros contribuirán menos y recibirán
más, pero no me parece deseable amputar a nadie su condición de contribuyente,
por mínima que sea la cantidad que deba pagar.   
Mileuristas,
pensionistas, parados con subvención, trabajadores con salario mínimo interprofesional,
todos ellos deben ser contribuyentes, y no sólo mediante el consumo (IVA), sino
a través del impuesto más característico de la ciudadanía,  que es el IRPF.
Rebájese la cuota todo lo posible, quédese la contribución en cantidades
testimoniales, pero concibamos el impuesto como un factor de integración. Es
bueno que cada cual sepa que una parte de sus ingresos van para el Estado, para
así no sentirse un pasivo receptor de ayudas, prestaciones o servicios
gratuitos. Para poder exigir, proponer, criticar. Para fortalecer la
conciencia fiscal colectiva, que es uno de los principales déficits de una
sociedad como la española en la que mucha gente todavía tiene el descaro de
presumir de lo que defrauda.

1 Respuesta

  1. Muy bonito. Creo que no somos conscientes que el “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos” no se configura como un deber, o al menos no solo como un deber, sino también como un derecho: el derecho de toda persona a contribuir con su país (o comunidad, o vecindario,…), el derecho a ser solidario y a que los demás lo sean contigo, etc.
    Sin embargo, no encuentro ningún autor que haya escrito sobre el artículo 31 de la Constitución y lo considere “deber-derecho”, todos lo configuran exclusivamente como un deber.
    Enhorabuena por el post

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