Archivos de Etiqueta: educación sentimental

La intolerancia estética.

Una queridísima tía mía, hace quinientos años, me preguntó: "Miguel, ¿a qué crees tú que se deberá que los socialistas sean tan feos?". Era el tiempo en el que Felipe iba a ganar las elecciones. Me reí, porque la quería mucho, y pensé: "porque para ti son los malos". Intuitivamente identificamos belleza con bondad, y…
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En un instante de la nochebuena.

¿Por qué despreciar las (pocas) ocasiones en que el calendario se empeña en detenernos para hacer ajustes, detectar derivas personales perniciosas, revisar rutinas y proponer objetivos alcanzables? Cuando éramos pequeños, mi madre nos invitaba a escribir en papelitos buenos deseos y algunos propósitos. Eran secretos. Los colocábamos en el Portal de Belén y en nochebuena…
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Malhumor.

Dedicamos tiempo y esfuerzo a aprender muchas disciplinas y a adiestrarnos en muchas habilidades: hablar idiomas extranjeros, resolver ecuaciones, conocer la historia, nadar, montar a caballo, cocinar, dar el revés con las dos manos, manejar programas informáticos, conducir, pescar con cucharilla, mondar la naranja con cuchillo. Nos enseñan a llevar la contabilidad, a rezar, a…
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Cuándo hablar, cuándo callar.

¿Cuándo tenemos que disentir? ¿Cuándo no dar nuestra opinión es una cobardía? ¿En qué situaciones callar es una traición, y en cuáles no merece la pena objetar?   Conozco personas que se tomaron demasiado el serio el criterio evangélico de hablar "a tiempo y a destiempo" y que no pueden soportar ningún error pronunciado a su…
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Cuaresma.

Me gustaba la cuaresma. Era como llegar a casa, tras el insípido tiempo de después de navidad. La cuaresma era el zaguán de la semana santa, y por eso las abstinencias sabían ya a procesión y a capirucho. En la noche de invierno, en cualquier explanada de las afueras, bandas de tambores y trompetas ensayaban…
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Vamos, Rafa

En mi educación sentimental fue importante aquél mediodía de julio en que un tal Riis atacó a Induráin y lo dejó atrás en una dura cuesta del Tour de Francia. Yo pedaleaba desde mi sofá, como queriendo empujarle, era insoportable ver la impotencia de quien todo lo había podido. Hasta aquél día Induráin apenas había…
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