Retrato de un egocéntrico

Egocéntrico

Ya puedes contar cualquier enfermedad, dolor, vértigo o trastorno, que él o ella lo ha tenido más veces y con más gravedad que tú. Si se te ocurre decir que te gusta Lisboa, es seguro que él la descubrió antes, cuando nadie hablaba de Lisboa y te hace comprender que en realidad tú no la conoces bien. ¿Habermas? Por supuesto él coincidió con él en un seminario, y quizás él le apuntó un aspecto sobre su teoría sobre la democracia deliberativa en el que ni él mismo había reparado. Entonces pasas a decir que las alcachofas están muy buenas, y él, por supuesto, tiene una relación muy especial con las alcachofas, porque su abuelo le enseñó a cocerlas de manera que no se pierdan sus propiedades, que pasa a explicarte.

El egocéntrico no miente. No es necesariamente un fantasma. Tampoco tiene por qué ser un fanfarrón, es capaz de reconocer sus errores, a condición de que a ti te importe que él se haya equivocado alguna vez. Es simplemente un esclavo de sí mismo. Todo lo que existe, existe porque él lo ha conocido. Borges, Leonardo, Rubens, Madame Curie, Ava Gadner son episodios de su vida. Una mujer no es guapa, sino que él ha descubierto su belleza: es decir, es guapa pero no por lo que tú ves, sino por lo que él ha visto. La ciudad, su país, la Tierra, el universo son un envoltorio del que aún le falta por conocer algunos detalles.

Tiene sus teorías, sin las cuales todo es un cúmulo de datos que no se entienden. Parte de la premisa de que a todo el mundo le importa cuál es su color preferido, y sobre todo por qué. Sólo importa de las cosas aquella de sus caras que de algún modo ha estado en contacto consigo mismo. Le explica a un médico algo que de pequeño le pasó con un fonendoscopio, a un abogado qué dijo como testigo en un juicio, a un empleado de seguros cómo el perito quedó convencido del valor de lo que le robaron, a un cura sus problemas con la fe, y a un francés que le pregunta por dónde se va a la calle Recogidas, le cuenta cómo llovía cuando subió a Montmartre.

Es muy pesado, pero si te distancias un poco, si te da igual que reviente la velada con sus anécdotas, si no te importa que cuando todavía estás riéndote de un chiste él ya esté contando otro mejor, te puede inspirar ternura. En el fondo el egocentrismo es un rasgo nítido de la infancia. Son como niños que aún no han asumido que el mundo y la vida son eso, una circunferencia infinita cuyo centro no está en ninguna parte. Pero no pasa nada: cualquier otro día, cuando se hable de ti, él podrá decir que una noche cenó contigo y tuvisteis una conversación muy interesante.

El egoísta es un partidario de sí mismo; el narcisista, un enamorado de sí mismo. El egocéntrico no es más que un niño.

4 Respuestas

  1. Muy bueno! Yo siempre los he visto como una especie singular de Peter Pan, la mayoría entrados en años, pero ya sin suficiente polvo de Hadas que le permita seguir viviendo y alimentando su excepcional curiosidad. Miles de aventuras, batallas y experiencias necesitadas de ser evangelizadas y/o reaprobadas por conocidos y desconocidos “que se pongan a tiro” para seguir siendo algo más que una pieza más del puzzle.

    Sinceros hasta la médula añado que quienes saben apaciguar su sed de audiencia ganan una amistad auténtica e incondicional…

  2. qué buena descripción de tantos y tantas!!! Me he reido mucho.
    No en vano se dice que la madured moral solo la consiguen un 20% de los humanos!

    • Y qué complicado lidiar con ellos!.Buen artículo,muy acertado.

  3. Conozco a una persona que encaja en el 80 % de esta definición. La verdad es que nunca he pensado en él como un egoísta, pero ahora sí me doy cuenta de que puede entrar es esa categoría. La diferencia quizás es que él normalmente no va contando su vida si no surge un tema, pero en cuanto se habla de cualquier cosa, él sabe de eso mucho más que cualquiera, y llega a insultarte si le llevas la contraria. Monopoliza cualquier conversación entre amigos, todo gira alrededor de él. Recientemente en un bar intentaba meter baza diciendo “pues yo….”, y alguien le cortaba. Otra vez “es que yo…. ” y otro corte, y así a la cuarta interrupción salta gritando: “Iros a la mierda!”. Imagino que sí, eso es egocentrismo, una variante del tema. Recuerdos. Suco.

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