Menos mal que nos queda Portugal.

Las Constituciones, es decir, los principios políticos, existen. Y por tanto las decisiones públicas son complejas: no se justifican por sí mismas, ni por la autoridad de quien las toma, ni por la utilidad que se promete.
 
Un buen ejemplo es la sentencia del Tribunal Constitucional portugués declarando contrarias a la Constitución determinadas medidas presupuestarias pactadas entre el Gobierno y la troika para conseguir la reducción del déficit: supresión de pagas extra a funcionarios y pensionistas, subsidios de desempleo y enfermedad. De repente, la Constitución irrumpe en la política y reivindica su presencia: no todo vale, ni siquiera aunque expertos hayan dicho que es "inevitable".
 
La sentencia del Constitucional apunta a algo que no puede pasar desapercibido. Entendámosla bien: no está diciendo que la paga extra sea un derecho constitucional. Está diciendo que si se adopta no por razones de política general, sino como medida coyuntural tendente a conseguir un objetivo de interés general (reducción del déficit y saneamiento presupuestario), comporta discriminación, porque están imponiendo cargas desiguales no en función de la capacidad contributiva de los ciudadanos, sino en función de circunstancias aleatorias, como ser funcionario, enfermar o haber perdido un empleo. Es decir: si el objetivo va a beneficiar a todo el mundo, todo el mundo debe contribuir (sacrificarse) en función de sus posibilidades. Iguales en el sacrificio.
 
Dicho de otro modo: el principio constitucional de igualdad limita las opciones de política presupuestaria. El imperativo categórico no es la voluntad política de reducir el déficit, ni siquiera lo que los expertos consideran más eficiente desde el punto de vista económico, sino ciertos principios como la igualdad.
 
La decisión se entiende bien si en vez de supresión de la paga extra se hubiese optado por subir la tasa de impuestos a unos ciudadanos (funcionarios) frente a otros (rentistas, inversores) por el sólo hecho de ser funcionarios, y no por su nivel de renta. ¿Dudaría alguien de que esa subida selectiva de impuestos es inconstitucional? ¿Por qué? Porque tenemos claro que la base que legitima los impuestos no es la condición de las personas, sino su capacidad económica.
 
La sentencia del Tribunal Constitucional portugués va a dar mucho de que hablar. Es un torpedo lleno de salud política en el búnker absolutista de las políticas de ajuste. Pasarán años, y quizás se aluda a esta sentencia como una primera piedra para la reconstrucción de la Europa de los ciudadanos. No creo estar exagerando: en adelante, al menos en una Portugal convertida en la Covadonga del constitucionalismo, las políticas de ajuste y de sacrificio deberán traducirse en impuestos, y no en recortes oportunistas.
 
No se pueden imaginar lo que me he alegrado. Quizás ha influido que, por fin, el día ha amanecido inundado de sol. Y no es una metáfora.

1 Respuesta

  1. A igual que tú me alegré un montonazo dela decisión del Constitucional de Portugal…pero la verdad Miguel no soy tan optimista como tú, ya que los resortes del poder neoliberal rápidamente se ha puesto en marcha y darán la vuelta a la tortilla con nuevos recortes sobre todo en servicios sociales…mucho me temo que la alegría de unos se convertirá en tristeza y lo que es pero hambre y miseria para otros… A mi me gusta confiar en la justicia, pero mucho me temo que la van a torear… Sigo pensando que solo una REBELDIA con mayúscula de la sociedad civil (de forma pacífica) logrará frenar las políticas neoliberales. Otro mundo es posible y mucho me temo que el Constitucional de Portugal y España poco tendrán que ver…De todas formas me alegro…de veras…me alegro. (Germán)

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