A Aznar no hay que callarlo: hay que responderle.

¿Por qué se considera una "deslealtad" que José María Aznar se desmarque de la política que desde el Gobierno está llevando a cabo Mariano Rajoy? ¿Y si es verdad que el expresidente tiene la convicción de que el Gobierno se está equivocando? ¿Qué pasaría si Aznar estuviese de verdad promoviendo un movimiento de rectificación dentro de su partido? ¿Qué tiene de malo protestar porque el presidente al que designó como sucesor esté llevando a cabo políticas contrarias a las que se incluían en el programa electoral del partido? No sólo tiene derecho a hacerlo, es que está muy bien que lo haga, porque la libertad de expresión no vale nada si no se usa. Otra cosa es el estilo de decir, y las ideas que se dicen.
No me parece necesario aclarar (o quizás sí) que la personalidad política de José María Aznar y su legado en los más de quince años en que lideró el Partido Popular me han merecido siempre un rechazo sustancial que todavía perdura, basado no sólo en la falta de sintonía con su manera de ser, de hablar y de sentir, sino sobre todo por  una tan profunda discrepancia con los objetivos que se propone, sus principios políticos, su manera de entender el éxito, su concepto de país y de sociedad, y sus tácticas. Tampoco puedo esconder que prefiero el estilo y la personalidad del actual presidente, y que dentro de la controversia que se hace visible entre el sector aznarista y el marianista, si hubiera que elegir, yo me quedo con el segundo, porque me parece más sincero (aunque parezca lo contrario) y porque lo creo más dispuesto a asumir la complejidad de las cosas, sin esconderla en la simplonería de un discurso rotundo a cuyo servicio se quiere poner la realidad misma. Pero eso qué importa. Eso son cosas mías. Lo que importa es que la invocación a la "lealtad" al partido es un argumento absolutamente despreciable en democracia.
Dejen que Aznar diga lo que quiera. Precisamente porque es un expresidente, tiene una especial legitimidad para hacerlo. Zapatero presume de estar callado, pero no estoy seguro de que sea un mérito: no entiendo por qué no podría dar su opinión, como también lo hace a veces Felipe González. He leído demasiadas críticas referidas al hecho de que Aznar haya intervenido y se haya desmarcado de Rajoy, pero he oído demasiadas pocas críticas a lo que dijo, que es lo que a mí me interesa: por ejemplo, su propuesta de bajar ya los impuestos, sin especificar cuáles (renta, IVA o sociedades), cuánto y a cambio de qué gastos sin cubrir; o su invocación a las clases medias como perjudicadas por la crisis, ignorando a al menos un tercio de la población española (los pobres, los parados sin expectativas, los expulsados para muchos años del mercado de trabajo, los que precisan prestaciones sociales para vivir dignamente) que se queda bien por debajo de la clase media. Ahí es donde creo que deberíamos fijarnos. No en si Aznar quiere levantar nuevas Covadongas dentro de su partido, si lo hace por nostalgia de sí mismo, para desprenderse de su aburrimiento, por viscosas razones psicológicas o para defenderse preventivamente de no se sabe qué amenazas próximas (todo eso se ha dicho), sino en qué estandartes esgrime.
¿Quién teme a Aznar? ¿Se tiene miedo de que recontruya un discurso capaz de aglutinar a votantes desencantados? Algunos cuadros del partido pueden estar desconcertados, pero a los ciudadanos debería parecernos bien que se visualizasen cuantas más alternativas políticas mejor, y no que queden latentes en madrigueras que algún día estallan. Sinceramente, estamos enfermos si criticamos que Aznar "hable", y no criticamos lo que ha dicho. Porque lo grave, para mí, es proponer una salida a esta dura crisis social que sólo mira a la clase media, sin aludir a la pobreza y desesperación de varios millones de españoles que están sufriendo especialmente las consecuencias de la desigual escasez. A eso es a lo que habría que darle respuesta, y no a las conjeturas sobre sus movimientos tácticos.

1 Respuesta

  1. "debería parecernos bien que se visualizasen cuantas más alternativas políticas mejor, y no que queden latentes en madrigueras que algún día estallan"

    Muy acertada esta frase.

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