“Las muertes de García Caparrós”, de Rosa Burgos.

1.- Torpes palabras en un debate.-

En un debate electoral entre candidatos, Pablo Iglesias afirmó que Andalucía en su día ejercitó su derecho de autodeterminación manifestándose a favor de seguir como pueblo dentro de España. Le reprocharon que no conocía la historia, que el 28-F en Andalucía no se votó sobre independencia, sino que era un referéndum para aprobar un Estatuto. Quienes le criticaron demostraron no haberse enterado de nada, porque Iglesias no se refería al 28-F, sino al 4-D, a aquellas manifestaciones en toda Andalucía reclamando su reconocimiento como comunidad histórica, cuando aún no estaba aprobada la Constitución. Pero Iglesias tampoco se enteró bien, o se explicó muy mal. Quizás le pasaron un artículo de José Luis Serrano, que leyó demasiado deprisa. José Luis Serrano decía que el 4-D Andalucía se constituyó en sujeto político como uno de los "pueblos de España", y decidió escapar del guión que para ella se estaba diseñando en Madrid. Se autodeterminó.

2.- El 4 de diciembre de 1977.

Yo no estuve entonces en las manifestaciones del 4-D. No era mi batalla. Pero 40 años después, gracias a este libro, sí me he visto dentro de ella. No en la de Granada, sino en la de Málaga. He caminado por la Alameda Principal junto a muchas familias, he visto banderas blanquiverdes y farolas pintadas de rojo y gualda, me he topado con algún fascista con pistola, he presenciado los incidentes en la Diputación relativos a una bandera, he visto a la Policía en apuros en la Alameda de Colón y un tumulto que de pronto retrocede tras detonar varios disparos, he estado en un quiosco en la esquina de la calle Vendeja y he visto a un policía apuntando desde la acera de enfrente, he oído un disparo y he visto a un muchacho de mi edad (de la de entonces)  caer al suelo y quejarse, cruzar la calle, chocarse con otro manifestante, alcanzar la acera de enfrente, caminar solo, y caer abatido y sangrando en una esquina antes de que lo metieran en un Simca camino del hospital Carlos Haya, al que llegó sin vida.

Ahora España está cerrada, o lo parece; pero entonces estaba abierta. En realidad acababa de abrirse. España no tenía "régimen": salió de uno, y no había llegado el otro. Entonces casi todo parecía posible, y la gente tenía la impresión de que podía ganar batallas e influir en el destino del país, sin ser tachado de sedicioso o de rebelde, porque una vez abiertas las compuertas de la política al morir Franco, casi todo tenía naturaleza política. Ese ambiente de una "España en definición" que duró un par de años, queda reflejado en el libro. Varias Españas y varias Andalucías concurrieron en la manifestación, y comparecen en el libro. Rosa Burgos hace de "fedataria en diferido" de aquel instante democrático marcado por un disparo.

3. Un crimen impune.

En el libro se aborda un crimen que resultó impune. Ni la Comisión parlamentaria ni el sumario judicial encontraron a ningún culpable directo o indirecto: "sobreseimiento provisional por falta de autor conocido". Alguien mintió, alguien encubrió, alguien sabe más de lo que ha dicho, y tiene respuestas para lo que no llegaron a preguntarle.

Pero está Rosa Burgos. Rosa Burgos sabe quien fue el autor de una de las muertes de García Caparrós, la muerte física. Lo ha encontrado, tras un espectacular trabajo de investigación. Cuenta verdades documentadas que van poco a poco "acorralando" al autor. Construye una red de versiones que, al cruzarse, forman unos nudos que se convierten en evidencias, porque es imposible que dos testigos que no se conocen entre sí coincidan en la mentira sobre un detalle aparentemente banal. Desde las declaraciones de los testigos, el informe de autopsia, los mapas de las calles, las fotografías, los recortes de prensa, los oficios policiales, los informes de balística y las entrevistas personales que ha hecho muchos años después, construye un gigantesco puzle que nos permite ver al elefante entero, allí donde otros sólo veían una parte del animal. Eso sí, deja una pieza sin colocar: la de la identidad del autor. La última. Ella quiere que sea el lector quien la coloque: como es la última, hay poco margen para equivocaciones, pero siempre podrá decir que ella no ha sido quien lo ha dicho...

4. El recorrido de una bala.

Desde dónde se disparó, dónde fue alcanzado García Caparrós, con qué pistola, a quién pertenecía esa pistola, quién dio la orden de usar munición real... Todo eso va quedando claro. Pero no es lo único importante del libro. Hay mucho más: el recorrido de la mirada de Rosa Burgos, como el de una bala, atraviesa los tejidos de García Caparrós, pero también los tejidos de aquel momento histórico. Como dice Rafael Escuredo en su prólogo, "entre esos claroscuros donde los espacios democráticos y autoritarios se entrecruzaban, es donde Manuel José García Caparrós encontró la muerte": la estructura del poder postfranquista rematado en la cúspide por Martín Villa, el nuevo poder emergente de diputados y líderes de los nuevos partidos, la extrema derecha y la extrema izquierda disputándose esquinas y callejones. Se trata de un magnífico y cabal ejercicio de memoria histórica que rescata del olvido un cadáver, una bala, un momento, las varias muertes de García Caparrós, un muchacho que aquella mañana no era consciente de que iba a convertirse en un símbolo, a pesar suyo.

5.- Una pregunta inquietante.

El libro arranca con una pregunta inquietante: ¿por qué la autora pudo, hace años, consultar sin trabas los archivos de la comisión parlamentaria de investigación, y hoy le niegan el acceso a la familia de la víctima? "Eran otros tiempos", le contestan, cuando lo pregunta a los responsables del archivo antes público y ahora reservado.

Pero Rosa Burgos se venga de los nuevos tiempos, y ofrece en esta edición todos los documentos "prohibidos" a partir de los cuales reconstruyó una verdad también prohibida.

2 Respuestas

  1. Siempre son otros tiempos…

  2. Muchas gracias, Miguel, por la reseña y por tu magnífica presentación en nuestra Facultad de Derecho, a la que no volvía desde hace muchos años. Fueron emotivas tus palabras y tus gestos y nunca te agradeceré bastante tu generosidad, inteligencia y el haber reunido a antiguos compañeros en una sala que hoy es de conferencias, pero en nuestros años, creo recordar que en cuarto o en quinto, fue aula y vi a algunos profesores explicando Civil , Penal o Procesal y reviví reuniones o asambleas y conversaciones con caras de aquellos amigos y de aquellas vivencias. Un fuerte abrazo y muchas gracias, de verdad.

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