La prueba

El siguiente bufete al que acudí resultó ser un despacho con
fundamento, con olor a jurisprudencia, mesas de nogal retorcido,
crucifijos, legajos y máximas de Justiniano. Deposité mi verdad
frente al viejo abogado, que callaba como desde detrás de una
invisible ventanilla de funcionario acostumbrado a desconfiar. “No
me cree”, le dije al terminar, y él contestó, con rutina: “Poco
importa lo que yo crea, señorita, mi trabajo consiste en hacer que
le crea el tribunal; pero ya imagina que los juicios dependen de un
conjunto de factores que...”

Tendría que seguir buscando. Sólo cuando encontrase un abogado
capaz de mirarme a los ojos con compasión le daría el caso. Sólo
al que se pusiera de mi parte sin pruebas le daría la prueba. Sólo
a quien se lo mereciera le hablaría de la esponja que contiene los
restos seguros de la verdad y la sangre de mis lágrimas.

3 Respuestas

  1. Anónimo

    Introducir la poesía, el sentimiento, la belleza en un mundo tan prosaico como el jurídico es una tarea difícil, pero la novela, el ensayo y Miguel están para conseguirlo.

  2. Anónimo

    Dos corazones a un tiempo
    están puestos en balanza,
    uno pidiendo justicia
    otro pidiendo venganza.

    Yo pegué un tiro al aire
    cayó en la arena,
    confianza en el hombre
    nunca la tengas.

    (Bulerias).

  3. Anónimo

    Poético ciertamente pero muy sensato.

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