“Hablando del asunto”, J. Barnes

El asunto es el amor. El tema es un triángulo amoroso en la modalidad "dos amigos que quieren a la misma mujer al mismo tiempo durante mucho tiempo y  una mujer que los quiere sucesivamente con un pequeño tiempo de transición". El tono es el que resulta de un foco indiscreto que no se conforma con las palabras y las superficies, y busca los detalles definitivos, esos átomos de los sentimientos que les dan consistencia definitiva, y que por lo general no son los más recordados cuando queremos contar lo que nos ha pasado. La técnica es una conjunción de tres voces (Stuart, Gillian y Oliver) que hablan en primera persona y se dirigen a ti, al lector, por separado: te cuentan las mismas cosas cada uno desde su manera de haberla vivido, te preguntan, te advierten de lo que va a decirte el otro, te recriminan por lo que estás pensado de ellos, hacen esfuerzos porque los comprendas y nunca te mienten salvo que se estén mintiendo a sí mismos. La forma es una literatura impecable que te trae y te lleva y, cada dos o tres páginas, produce "un relámpago de verano cruzando el cielo subsahariano".
 
Sí, es otra de esas "mejores novelas" que he leído en mi vida. Los tres personajes van formándose de la nada, con rasgos certeros que, más que describir, conforman una manera de ser de la que ninguno puede escapar en su desarrollo. Cada uno de ellos se va haciendo con relación a los otros, igual que los colores: "cuando pones dos colores uno junto al otro, eso afecta a la forma en que ves cada uno de ellos". Quizás Gillian, la voz más débil, el perfil menos definido porque tarda mucho en hablar de sí misma, es el personaje que se va descubriendo a medida que avanza la novela: Stuart y Oliver son como son, basta con lo que dicen de sí mismos, y con lo que de cada uno dice su amigo, para que sepamos qué va a pasar con ellos. Lo que no sabemos al final de cada capítulo es lo que va a pasar con Gillian. Es Gillian la que hace avanzar el guión.
El fluido de la novela es el amor. Apenas hay otra cosa. El errático Oliver, ése del que Gillian dice que es de los que "cuando aciertan, realmente da gusto estar con ellos, y cuando se equivocan, fallan por un kilómetro", se enamora fulminantemente y a su pesar de Gillian justo cuando acaba de casarse con su amigo Stuart, y en ese mismo momento sabe que no tendrá más remedio que dedicar su vida a conseguir que Gillian lo quiera (y lo quiera absolutamente) a él, porque no es de los que se enamoran en vano. La voz de Oliver es la que golpea más fuerte, la que hace imposible que predomine la primera persona de Stuart, la que convierte a Gillian en una joya que hace milagros, la que hace que tú, el lector al que se dirigen por separado, no puedas dejar de desear que Gillian se parezca a quien Oliver ama, y no a quien ama Stuart, aunque llegue a producir compasión la manera en que Stuart no puede escapar del retrato de que él hace su amigo Oliver.
Ni una reflexión, ni un juicio: sólo hechos, sentimientos, cosas, cajas de cereales haciendo chac-a-chac, chac-a-chac, rosales plantados en el extremo de un cultivo como sistema de advertencia (porque al parecer muestran antes las señales de la enfermedad), un vestido para dos bodas, un perro sordo, dos cigarrillos en un cenicero, y tres personas rozándose.
"Amor, etc. La proposición es simple -dice, claro, Oliver-. El mundo se divide en dos categorías: quienes creen que el propósito, la función, el acompañamiento y la melodía principal de la vida es el amor, y que todo lo demás -todo lo demás- es únicamente etc; y aquellos otros, esos numerosos desdichados, que creen fundamentalmente en el etc. de la vida. Para quienes el amor, por muy agradable que sea, no es sino una pasajera agitación de la juventud, el parlanchín preludio a la obligación de cambiar pañales, pero no algo tan sólido, inmutable y fiable como, digamos, la decoración del hogar. Esa es la única división entre las personas que cuenta".
"Amor, etcétera". Lo sé: es el título de otra novela de J. Barnes, publicada diez años después, que sigue a ésta, y que pronto leeré.
PS: Yo sé que ahora debería estar hablando de "Casa Luna", pero se me ha cruzado esta novela y ha distraído mi atención hacia el etcétera...

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