Habilidades perdidas

Me consideré un experto en encontrar el juguete perfecto. Supe hacer desear a mis hijos el juguete que había pensado para ellos. Recorría las jugueterías con destreza, sabía cuáles eran buenas y baratas, cuáles eran caras y malas, qué debía buscarse en los grandes almacenes de la circunvalación y qué en los pequeños comercios del centro. Era capaz de detectar el brillo, el color o el áurea que recubrían de ilusión la madera, el metal o incluso el plástico del que estaban hechos el helicóptero, el castillo o las linternas, el tractor y el scalextric, las Nenuco y los patines, el tren, las bicicletas y el garaje con rampas.
Ahora es distinto. Ahora entro en una juguetería y todo me parece pequeño, de colorines exagerados, aburrido o ridículo. He sabido mirar esos objetos con los ojos de mis hijos, pero los ojos de mis hijos ya miran otros escaparates más tecnológicos. Quizás son también juguetes, pero no de los que yo entendía como experto. Por eso ando un poco perdido en estas tardes de comercio tumultuoso. Mis hijos hace poco que salieron de la infancia, y los camellos pasan de largo, con dirección a otras moradas. Sólo queda un camello, que soy yo, y no sé qué paquetes cargar.
Lo conseguiré.

2 Respuestas

  1. Ánimo, espero que aciertes, yo no lo conseguí, pero luego pensandolo bien, creo que fue otra parte más, de ese proceso de los hijos para diferenciarse de los padres, de eso de no tienes ni idea de mis gustos.

    De cualquier forma nos reimos un montón con los desaciertos.

    bss

  2. Anónimo

    camello perdido en oasis circunstanciales, que belleza de imagen
    intuìr autenticas palmeras con datiles como deditos que nos abrazan dulcemente, los hijos nos hacen siempre mejores, los hijos nos hacen, nos conforman, nos conformamos con saber que ellos nos guían con su visión futurística infalible.

    qué placer leerte

    abrazo abrigado

    moder

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