E.R.E.S. un sinvergüenza

Imagino al conseguidor incluyendo a un amigo, a un familiar, a un compañero de partido en la lista de prejubilados con cargo a fondos públicos. Lo comunicará por teléfono, con voz displicente, al beneficiario. Con tono de buena persona que ha sido generoso. El otro le estará agradecido. De repente, su vida resuelta. Uno y otro se dirán que no han hecho daño a nadie. Total, es un pequeño porcentaje dentro de la masa total de los fondos de ayuda. Un pequeño margen de discrecionalidad que puede permitirse quien gestiona tanto dinero. Una ayuda que acepta quien se cree con méritos para ser bien tratado por la vida. Nadie sale perjudicado, se dirán: no es nada más que alojar a un polizón en un barco grande que lleva a pasajeros con billete... 
Aunque tenga que cortarse una mano amiga, la Junta tiene la obligación política y moral de rastrear todos los billetes, todos los pasajeros, y hacer pública la lista de la infamia. Quien un día aceptó semejante prebenda, ha de soportar que todos lo despreciemos. Déjennos, al menos, el derecho al desprecio. Hay mucha gente que llora a fin de mes porque ya no sabe cómo pedir más dinero. Hay mucha gente que pierde la casa hipotecada porque no ha podido con un plazo. Hay mucha gente que se topa con la aplicación estricta de la ley. Hay mucha gente que se queda fuera de casi todo porque no ha podido comprar billete para nada. Los que van en primera, y gratis, son unos sinvergüenzas.

1 Respuesta

  1. Uff, este es uno de los motivos que me llevó a cerrar mi blog, las entradas que dedicaba a todo lo que me crispaba y que me dejaba crispada todo el día. Llevas mucha razón en lo que dices, respira hondo y sonríe, ya lo has dicho.
    Saludos

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