El valor de un funcionario.

¿De qué hablamos, cuando hablamos de funcionarios?
Hablamos de Administración pública. De servicios públicos. Hablamos de enfermeras que acompañan a los moribundos, de maestros que enseñan a leer y escribir, de bomberos que apagan incendios, de inspectores de Hacienda, de oficiales de justicia que pasan la mañana entre montones de expedientes, de capitanes y sargentos, de policías que persiguen delincuentes, de tramitadores de pensiones, de interventores de Ayuntamientos, de encargados de las Oficinas de Información al Consumidor, de científicos que investigan el cáncer, de expertos que cuidan de la salubridad de los alimentos, de diplomáticos, de inspectores de trabajo que vigilan el cumplimiento de las normas de seguridad en el trabajo, de tramitadores de matrículas en la Universidad, de jueces de instrucción, de personal en las prisiones.
Hablamos, por lo general, de gente que un día decidió preparar unas oposiciones y obtuvo mejores resultados que otros, y que contrató con la Administración un sueldo modesto pero seguro a cambio de un régimen de incompatibilidades que le impide ganar dinero en el mercado. Hablamos de gente que se levanta a las siete y que al llegar a su mesa de despacho hace lo posible porque su negociado funcione bien. Hablamos de un cuerpo de personas más o menos cualificadas que profesionalizan la gestión de lo público, canalizando en procedimientos previsibles la voluble voluntad política de cada momento. Hablamos de un modo de funcionamiento que caracteriza al Estado moderno, servido por personas independientes, y no por gente servil.
Podemos, también, hacer la caricatura, y hablar del cafelito, de las trampas al fichar, de las bajas ficticias y de los incompetentes. Está bien señalar con el dedo y denunciar al caradura, pero, ¿no va siendo hora de que los ciudadanos defiendan a SUS funcionarios frente a ese discurso ramplón que confunde la garantía de la función pública con las prebendas y los privilegios?
¿Qué queremos para gestionar los servicios públicos? ¿funcionarios de carrera y oposición, o subcontratados laborales en precario contratados a dedo?

3 Respuestas

  1. No sé cómo se podría cambiar la imagen caduca de funcionarios con manguitos y sin ilusión por trabajar, nos ha caído un estereotipo del que no podemos librarnos. La primera vez que nos bajaron el sueldo para solucionar los problemas económicos lo acepté creyendo que era un sacrificio que llevaría a mejorar las cosas, pero ahora realmente me parece un abuso, una forma de obtener dinero fácil y sin pensar en soluciones reales.

    Una funcionaria.

  2. "No hay dinero", nos dicen desde el Gobierno. Y parece que es verdad. Por tanto, hay que pedirlo prestado. Ahora el préstamo es caro, por razones de las que, desde luego, NO SOMOS CULPABLES. El Gobierno cree que puede abaratar el préstamo recortando su déficit. O más bien, así lo han dispuesto los acreedores. Quizás Rajoy no sea culpable,yo creo que en efecto no tiene mucho margen de maniobra, pero desde luego tampoco son culpables ni tienen margen alguno los perceptores de la prestación por desempleo ni los funcionarios. En esas estamos. Lo saludable, insisto, es protestar fuerte y claro, para que se anticipe la decisión política que nos hace falta: la actuación decidida del Banco Central Europeo. El Banco está alargando la situación porque quiere que España recorte derechos y prestaciones. Tenemos que conseguir que actúe antes de que nuestro empobrecimiento global sea irreversible para toda una generación. Yo dirigiría las protestas no hacia el Congreso de los Diputados, sino hacia la Bolsa, la sede del Banco de España y quizás también hacia la sede de los partidos, que deberían ponerse de acuerdo precisamente en eso: en exigir al Banco Central Europeo que haga ya lo que tiene previsto hacer el año próximo

  3. EL VALOR DEL FUNCIONARIO
    Por Jorge Perna
    En estos momentos en los que el mundo se encuentra a media marcha, cuando nos llenamos de incertidumbre por no tener certeza del futuro, es menester recordar, que lo que nos hace valiosos y grandes son las cualidades que tenemos como seres humanos, no un cargo o situación de poder. Nuestra condición de seres humanos es lo que nos hace sacar valor para afrontar unas elecciones en alguna población enardecida por pasiones electorales, ser humanos nos permite sonreír y guiar a un adulto mayor que necesita su documento para suplir sus necesidades, ver la cara de satisfacción de un ciudadano de 7 años al ver su foto en su primer documento, compartir, comprender y apoyar al compañero del escritorio vecino, o al menos, llamar a preguntar por su familia en estos días. Lo que nos hace humanos está también en reconocer a nuestros compañeros, quienes a pesar de los tempos y riesgos que se corren atienden al público, reconocer a quienes desde sus casas trabajan para brindar apoyo y soporte a la entidad. Pues, nunca debemos olvidar que La Registraduría es la entidad de la gente y para la gente. Es el primer lugar donde comenzamos a existir, donde queda registrado todo cambio importante en la vida, es esta maravillosa entidad la que nos permite disfrutar de nuestros derechos. Un lugar así debe ser respetado, de igual manera como nos respeta.
    Cada uno de los funcionarios, en tiempos de emergencia, ha dado lo mejor de sí para el óptimo cumplimiento de sus funciones, muchas veces, contra toda lógica dejando a un lado sus obligaciones primarias como miembros de familia, padres, hijos, hermanos, ya que, sus cargas laborales exceden lo recomendable. Muchas veces también haciendo toda clase de sacrificios para poder cumplir con las exigencias que el trabajo en casa les impone respecto a equipos o conectividad. No debe ser extraño encontrar entre nuestros funcionarios, familias que se han visto en la obligación de someter a sus niños a seis horas intentando deducir una clase virtual del colegio vía celular por no poseer un equipo de cómputo o porque el funcionario (su padre o madre) lo requiere para el trabajo.
    Somos conscientes que vivimos tiempos difíciles, que es necesario adaptarse y poner de nuestra parte como funcionarios, que debemos trabajar por la entidad, y es eso exactamente lo que hacemos. Pero también es importante recordar que somos seres humanos, y como tales, también nos debemos respeto y dedicación. El tiempo que nuestras familias se merecen, la cantidad de trabajo justa, horarios laborales dignos. En resumen, ser tratados como seres humanos por la entidad, a la cual le estamos dando todo en estos tiempos de crisis.

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